Capítulo Menos Uno ♡

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Mi cara estaba completamente roja, el día anterior a ese había hecho cosas muy vergonzosas con Troye. ¿Cómo debía verlo a los ojos ahora? Llevé mis manos a mi cara y solté un fuerte suspiro. Ciertamente, mis orejas ardían y mi corazón latía muy rápido.

—Sí que duele allí abajo... —susurré con la cabeza baja.

¿Qué me pasaba? Soy Nicolas, soy buena onda. Tengo el culo roto, pero todos tenemos una primera vez.

¿O no?

Tumbé mi cuerpo sobre el sillón y abracé fuertemente la almohada que Troye utilizaba para descansar en la sala.

—AHHHH — chillé hundiendo mi cara en aquel objeto relleno de felpa. Aquella almohada olía muy bien... Como a vainilla.

¿Qué shampoo usaba Troye? ¿Qué marca? ¿Cuánto le costará? ¿Usará algún tipo de crema hidratante olor a vainilla?

De pronto, el sonido de unas llaves chocando las unas con las otras se escuchó desde la entrada principal. Mi cuerpo se estremeció y mi corazón palpitó tan fuerte como un tambor en desfile de fiestas patrias, y cuando la puerta se abrió no pude evitar emocionarme por ver a mi compañero.

—¡¡B-buenas t-tardes!! —las palabras salieron de mi boca sin pensarlo mucho. ¿Qué esperaban de mí? ¡Estaba nervioso! Emocionado por ver su lindo rostro, también. Pero tenía mucha vergüenza.

Troye me devolvió el saludo con un gesto y dejó un paquete sobre la mesa de la cocina-comedor. Luego se acercó a la sala, en donde yo yacía, semi ocultándome tras la bendita y preciosa almohada olor shampoo de Troye.

Will se acercó y me despegó gentilmente la almohada para darme un tímido beso.

Yo me preguntaba: ¿qué haría el hombre araña en esta situación? Espera un momento... el hombre araña no era gay para empezar. A no ser que claro... Puede que tal vez sí. ¿El hombre araña era bisexual?

—Troye, ¿el hombre araña era gay? —le pregunté cuando él se separó para darme un respiro. A lo que él respondió con una mirada extraña.

—No lo sé —respondió. Luego me miró a los ojos y bajó la mirada hacia mis labios, sin decir nada.

—¿Qué me miras? —le pregunté casi tan nervioso como cuando debo leer en público. Les prometo que sentía un cosquilleo travieso que subía por mi columna, como un revoloteo que se expandía hasta mi estómago. Esperen. ¿Un revoloteo? ¿Como el que hacen las mariposas? ¡Las mariposas tienen alas!! ¡Y los colibríes también las tienen!! Esto no podía ser una coincidencia.

—Es que me gustas mucho —respondió agachando la cabeza. ¿Alguna vez han visto cómo erupciona un volcán? Porque yo soy el volcán justo ahora.

El corazón me latía a mil por hora, como si fuese un motor cargado con combustible para aviones.

Troye alzó la cabeza ligeramente y me miró un poco serio. Sin embargo, esa expresión no hacía más que darme ternura.

—¿Puedo besarte? —me preguntó sin despejar sus ojitos de cachorro. Yo decidí desviar la mirada.

Eh... ¿Hay algún color más rojo que el rojo?

Decidí asentir. Así que Troye se acercó y posó sus labios sobre los míos. Sus manos me sostenían el rostro y poco a poco iban desendiendo hasta mi cuello, con pequeñas caricias, lentas, delicadas. Me hacían cosquillas, pero me quemaban. Luego, paré el beso, por un momento, para darme un respiro.

Troye no dijo nada, solo se quedó allí, a  pocos centímetros de mi rostro. Elevó una mano hacia mis labios inferiores y los acarició suavemente por un instante. Después se acercó más y se inclinó para besar mi mejilla.

¿Qué me dices si hablamos?  Where stories live. Discover now