Prólogo

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Las sirenas hacían eco en aquel lugar, sólo las voces y gritos de los oficiales sobresalían ante todo el caos. Las luces teñidas de carmesí alumbraban los pasillos y los cuerpos caídos a lo largo de este, dándole un toque siniestro a cualquiera que lo vea.

Dentro de todo el caos se hallaba el causante de este, al final del pasillo un hombre se encontraba de pie, inmóvil, con la mirada baja; parecía estar en trance pues no reaccionaba ante el ruido provocado por los disparos y gritos o al menos así era hasta que escuchó los pasos presurosos que se dirigían hacia él, intentando detenerlo.

Con lentitud miró hacia la cámara que ya hacía en una esquina; grabando la escena que se muestra ante ella. En ningún momento se inmutó ante el hecho de ser atrapado, más bien, parecía disfrutarlo. Del otro lado de la cámara, el oficial que le vigilaba sentía terror como nunca antes, ya que a través de la pantalla se podía observar perfectamente como aquel psicópata le sonreía de forma retorcida, el mensaje a través de sus ojos era claro, "disfruta del espectáculo".


-¡De rodillas o abriremos fuego!-


Exclamó con furia el jefe de escuadrón, todos apuntaban sus armas al sujeto frente a ellos. Unos con odio y muchos más con temor, conocían perfectamente a el hombre y de lo que era capaz, los cuerpos inertes que los separaban eran prueba de ello. Sabían que no se enfrentaban a un simple humano, más bien, estaban ante la presencia de un monstruo, un demonio. Pues si te enfrentaban a él, era seguro que morirías. No solo era su deber detenerlo, tenían que asegurar que aquel ser no se volviera una amenaza para los ciudadanos.


-...-


El tan temido escapista sólo les miró por encima del hombro y, a pesar de no ver su rostro por completo, sus ojos brillaron con burla y malicia hacía ellos.

******

Las luces se apagaron, las sirenas dejaron de donar, las voces se extinguieron, lo único que reinaba en aquel lugar era el silencio. No había nadie que hablara o se moviera, ni siquiera el ruido de las cigarras y la brisa nocturna parecían poder acabar con el silencio sepulcral que habitaba en aquella prisión rodeada de agua, apartada de la sociedad.


-Eso fue fácil-


Con suma tranquilidad un hombre caminaba por los pasillos hasta lograr salir. Nadie lo detuvo y quiénes lo intentaron no tuvieron un buen final, la luz de la Luna le recibió junto con el brillo de sus fieles compañeras. La suave brisa y olor del mar inundaron sus sentidos, llenándolo de tranquilidad, después de años, por fin era libre.


-Espera por mi... Cariño-

HoneyWhere stories live. Discover now