- Una romántica -

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-Lo haré.- dije con una sonrisa.

-No, no vas a hacerlo.- dijo él.

-Oh, sí lo haré.- asentí.

Alcé la barbilla orgullosa y me aparté un mechón de cabello poniéndolo tras mi oreja. Miré a Alan, mi amigo y autodenominado chaperón, con seguridad para infundirle confianza y le guiñé el ojo antes de ponerme en marcha.

-¡Maya...!- intentó detenerme, sin éxito claramente.

El Eterno era un bar cuya estampa era la música en vivo, los parroquianos jóvenes y la luz tenue; bandas amateur venían a presentarse regularmente, a veces algunos comediantes aparecían un fin de semana y otras un cantante solitario se subía al escenario. Esta noche fue el turno de una pequeña banda conformada por cuatro jóvenes de aspecto cuidadosamente desaliñado, puro show.

La presentación había terminado y el cantante decía algunas palabras de agradecimiento mientras el público escuchaba y reía, aplaudiendo con suavidad para no perderse el discurso. No eran la mejor banda que se había presentado en el Eterno, sin embargo, eran muchachos carismáticos y eso pareció gustarle al público. Definitivamente me había gustado a mí.

Miré por sobre mi hombro en dirección a Alan mientras atravesaba el local, lo vi observándome mientras sacudía la cabeza de un lado a otro de forma reprobatoria. El problema de mi amigo era que era un hombre de poca fe, o tal vez yo me tenía demasiada fe; era un misterio.

Los chicos se estaban bajando del pequeño escenario, recogiendo sus instrumentos y sonriéndose entre sí satisfechos con el show. Me quedé de pie junto a la escalera por la cual debían bajar y esperé paciente mientras en el entretanto me daba una pequeña charla motivacional.

-¿Otra vez aquí?- escuché decir junto a mí.

Me sobresalté un poco, pero reconocí la voz de mi tío, a quien en realidad sólo llamaba Tyler, y enseguida me calmé. Se había parado junto a mí, apoyándose en uno de los pilares, y me miraba con una ceja rubia ligeramente alzada.

-Es que me encanta este lugar.- dije por toda excusa.

-Desde que eras de este tamaño.- comentó agachándose e indicando la altura de su rodilla con la palma abierta.-Tal vez deberías trabajar conmigo, me podrías ayudar con la administración.- sugirió.

Abrí los ojos algo impresionada, pues por alguna razón esa proposición hizo que me emocionara más de lo que creí posible. Le eché un vistazo fugaz a mis alrededores y muchos recuerdos llegaron a mi cabeza sin que pudiera evitarlo, había ido allí desde que Tyler había fundado el local y se sentía tan familiar como el hotel de mamá. Pensar en eso me bajó a la tierra, me recordó lo que quería hacer.

-Me encantaría, pero este año estaré muy ocupada.- dije con un suspiro.-Además, justo ahora estoy esperando a los chicos de la banda.- le dije apuntando hacia el escenario.-El baterista es lindo.- sonreí.

-Por supuesto.- dijo Tyler dándome una palmadita en la espalda.-Eso lo sacaste de Laila.- dijo haciendo alusión a las andanzas juveniles de mamá, las cuales él se encargaba de compartirnos a mí y a mi hermano con frecuencia.

-Sabes que te quiero mucho, pero mejor vete.- le pedí sacudiendo mis manos en un gesto.-No quiero que el amor de mi vida sepa que soy la sobrina del dueño.-

Tyler alzó ambas manos dándome a entender que se retiraba sin resistencia y se dio la media vuelta, desapareciendo entre los comensales. Respiré hondo y cuando volví a poner mi atención en mi objetivo me di cuenta de que ya todos se encontraban bajo el escenario.

Mi Último AñoWhere stories live. Discover now