- Entre madre e hija -

158 18 0
                                    


Vivir a solas con mamá estaba resultando ser bastante extraño. No era la primera vez que teníamos la casa para nosotras, pues mi hermano mayor se iba de la ciudad durante el año académico y papá solía viajar de vez en cuando por negocios. Pero las cosas eran diferentes esta vez, Derek se había ido deprimido a la universidad y mis padres habían tenido una tonta discusión que terminó con papá volviendo a su casa de soltero.

Todo eso significaba que Laila, mi querida madre, no se encontraba en su mejor momento y, lo que era peor, estos acontecimientos sólo lograban empujarla hacia comportamientos erráticos e impulsivos.

Ayer, antes de que me reuniera con Alan para ir al Eterno, la había encontrado jugando con las cámaras de seguridad del antejardín y riéndose de que el vecino no lograba encontrar a su gato, lo gracioso y cruel era que ella veía al gato descansando sobre el techo y ni se dignó en ayudar al pobre hombre. Se estaba convirtiendo en una mala mujer.

Al parecer no estaba llevando muy bien la separación con papá, pero internet no me estaba ayudando a descubrir cómo hacerle la vida más fácil y no se me ocurrían muchas ideas. Pensé en pedirle que me llevara de compras para que ella también se entusiasmara, pero no sabía si quería enviarle el mensaje de que el consumismo era el remedio para los males del corazón.

Salí de mi habitación en dirección a la cocina luego de pasar quince minutos duchándome y pensando en un plan para el día, lo cual no fue muy fructífero ya que continuaba sin ocurrírseme nada. Cuando entré a la cocina vi que la Sra. Owen, la mujer que venía a limpiar y a cocinar, estaba secando la vajilla y guardándola en los gabinetes.

-Hola.- la saludé yendo hacia el congelador.

-Buenos días.- me contestó con una sonrisa.

-Hace calor.- comenté.

Rebusqué dentro de la nevera hasta que encontré un agua carbonatada fría, pero un trozo de tarta de arándanos me observó de forma seductora y tuve que cogerla. Cerré la puerta con un empujón de la cadera y me senté en la encimera que estaba en medio de la cocina a disfrutar de mi botín.

-Esto me hará subir dos kilos.- me lamenté enterrándole el tenedor a la tarta.

-Dos kilos que apenas se notarán.- dijo la Sra. Owen con condescendencia.

-Mi maestra lo notará.- me quejé rodando los ojos y comiendo de todas formas.

En momentos como aquel me arrepentía de continuar asistiendo a clases de ballet, pero cuando tenía siete años le había suplicado a mis padres que me matricularan en un conservatorio y al parecer ninguno de los dos pensó que se trataba de un hobbie exigente. Había considerado retirarme el año anterior, pero este era mi último año en la ciudad antes de entrar a la universidad, así que decidí quedarme sólo hasta nuestra siguiente presentación. Por suerte era en menos de tres semanas, luego me dedicaría de lleno a mis estudios; quería terminar el año con calificaciones deslumbrantes.

Comí tranquilamente y bebí de la misma forma, charlando acerca del clima con la Sra. Owen, o así fue hasta que de pronto mis ojos captaron movimiento en el patio trasero, por lo que bajé de la encimera y fui hacia la ventana. Vi a mamá dando largos pasos a través del césped, sosteniendo algo muy parecido a unos planos y observándolos de vez en cuando.

La curiosidad me ganó y salí, recordando llevar mi agua embotellada e imaginándome qué sería lo que estaba haciendo ahora.

-Buenos días...- dije acercándome con un suave trote.

Mamá seguía en pijama, el cual consistía en un conjunto de top y shorts de seda negra cubiertos por una delgada bata del mismo material, pero con un estampado floral en tonos violeta y esmeralda. Esta mujer no escatimaba en lo que se trataba de vestuario, lo que me hizo pensar que tal vez llevarla de compras sí era una buena idea.

Mi Último AñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora