«Capítulo 36»

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Seungcheol y Jeonghan iban cogidos de la mano mientras caminaban hacia 'Hoshi's Place' con los niños. Habían dejado las bicicletas en el patio trasero del local, que era donde el pelinegro solía aparcar. A la salida, el mayor de ellos compró una botella de agua para sus hijos antes de emprender el camino de regreso a casa.

—¿Lo pasaron bien, chicos? —preguntó Seungcheol, inclinándose por encima de las bicicletas para abrir los candados.

—¡Ha sido genial, papi! —contestó Samuel, con la cara roja por el intenso calor.

Chan se limpió la boca con el brazo mientras sonreía dulcemente.

—¿Mañana iremos otra vez a la feria?

—A lo mejor que si —respondió el mayor de todos sin concretar.

—¡Por favor! ¡Quiero volver a montar en las sillas colgantes!

Seungcheol acabó de abrir los candados y se colgó las cadenas sobre el hombro.

—Ya veremos.

El alero situado en la parte posterior del local ofrecía un poco de sombra, pero seguía haciendo calor. Cuando Jeonghan vio la gran cantidad de gente dentro del local a través de la ventana, se sintió aliviado de haberse tomado el día libre, aunque eso supusiera tener que trabajar dos turnos al día siguiente y el lunes. Había valido la pena. Había sido un día muy especial, y ahora tocaba relajarse y luego ver una película con los niños mientras Seungcheol iba a recoger a los padres de Jihoon al aeropuerto. Y más tarde, cuando él volviera...

—¿Qué pasa? —preguntó Seungcheol.

—Nada...

—Me estabas mirando como si fueras a devorarme.

—Pues no creas, pero por un segundo, se me ha pasado la idea por la cabeza —le guiñó el ojo—. Me parece que me ha dado mucho sol.

—Hey, no será que...

—Quiero recordarte que hay cuatro orejitas escuchándonos sin perderse ningún detalle, así que ten cuidado con lo que dices —advirtió Jeonghan. Le quiso dar un beso en la mejilla, pero el mayor giró su rostro para robarle un beso en los labios.

Ninguno de ellos dos se fijó en el castaño con gorra de béisbol y gafas de sol que los observaba desde la terraza del restaurante contiguo.

Jungjae pensó que se iba a desmayar cuando vio se besaban, que se coqueteaban.

Vio a Jeonghan inclinarse hacia un niño pequeño y regalarle una sonrisa. Lo vio revolverle el pelo al otro niño cariñosamente. Vio cómo este chico le propinaba una palmadita en el trasero mientras los niños estaban despistados, mirando en otra dirección. Y Jeonghan, su esposo, le seguía el juego porque le gustaba. Lo incitaba a seguir.

Le era infiel con aquella nueva familia, como si él y su matrimonio jamás hubieran existido.

Los cuatro se montaron en las bicicletas y empezaron a pedalear. Rodearon el edificio, alejándose de Jungjae. Jeonghan pedaleaba al lado del otro chico. Llevaba unos pantalones jean ajustados, exhibiendo un aspecto sexy para todos aquellos que quisieran mirarlo. Llevaba el cabello rubio, largo y ondulando al viento..., pero entonces, parpadeó varias veces seguidas y su pelo ahora era negro, corto y fingía no ser Jeonghan. Montaba en bicicleta con una nueva familia y besaba a otra persona sin dejar de sonreír, como si el resto del mundo le importara un comino.

Jungjae se dijo a sí mismo que lo que veía no era real, que no era más que un sueño.

Una pesadilla.

My Haven ➳ JeongcheolWhere stories live. Discover now