Noche de nostalgia

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Cama, hermosa y maravillosa cama. No existía nada más perfecto que ella. Recordó que la primera cosa en la que había descansado, a parte de en los brazos de su madre, había sido una hermosa cama para bebés. Su textura, sus cobijas y su almohada tan blanda...

Se sentía hermoso poder descansar al fin. Cubriéndose con sus hermosas mantas.

Al principio no le importó mucho la lujosa habitación que tenía, después, de todo, era una escuela para ricos. Pero ahora, no podría pensar en qué idiota había sido, no existía nada mejor que descansar bien.

Lucy suspiró recordando la semana relativamente tranquila en la academia; consideró que no había cruzado palabra alguna con Touka, lo que le resultó muy extraño si era sincera.

Aunque le alegraba ya que significaba menos problemas con los que lidiar.

- nunca hubiese creído que diría que tuve un día tranquilo con el cuarteto destructor- confesó la rubia mientras acomodaba tranquilamente su almohada. Sí, los había apodado así.

De un momento a otro, notó un pequeño destello proveniente del baúl que se encontraba en su, dicha reiteradas veces, hermosa cama.

Sonrió un poco, era la espada de Lamy Etheas. Empezó a canturrear un merecido himno de la victoria. Realmente, en su vida pasada no tuvo ninguna oportunidad de batallar contra la azabache, pero en esta sí. Se sentía plena.

Y se sintió más feliz por el hecho de que no humilló a Gray perdiendo su espada, quien se la prestó sin vacilar. Amaba ese sentimiento de confianza entre ambos.

Por la batalla, se había vuelto más cercana a él y a Rogue. Al segundo azabache por ser muy gentil con ella y por ser amigable en todo momento, aunque a veces sonaba que le estaban coqueteando.

No sabía si era bueno el sentirlo así, era la villana de la novela, después de todo.

Salió de su burbuja de pensamientos cuando escuchó un rasguño cerca de la ventana de la habitación; efectivamente, maldita escuela para ricos.

Pero lo importante aquí era quién demonios la estaba molestando a esta hora?

- ¿Natsu?- preguntó extremadamente vacilando. Era un hábito que en su vida pasada, el maldito de cabello rosa se infiltrara siempre en su hogar. Sin embargo, eso no tenía sentido ahora.

Caminó lento y temblorosa hacia la ventana, era un ladrón? ¡Oh vamos! ¿En serio? Era un colegio jodidamente lleno de personas que podían sacar dinero inclusive sus orejas sin ser realmente un truco de magia, y aún así no gastaban en seguridad.

- S....Sting...?- murmuró atontada al ver al rubio oxigenado sonreírle desde abajo, algo engreído y travieso. Abrió la ventana y lo miró con disgusto, sólo para obtener otra sonrisa de su parte- ¿qué quieres?

- a ti- bromeó mientras alargaba las comisuras de sus labios.

- lástima, no me conseguirás ni siquiera en unos veinte años- contestó ella devolviéndole la sonrisa. Se apoyó en la ventana, con los brazos cruzados.

- ¿solamente tengo que esperar unos veinte años?- él siguió el juego, divertido. Siempre le gustaban esa clase de mujeres. Además, Lucy le resultaba muy atractiva, encajaba con sus gustos.

- unos veinte años después de que cumpla los ochenta- gruñó ella sintiendo cómo su frente palpitaba. Estaba segura de que se le estaban marcando las venas en la frente- ¿acaso le molesta que sea así, duque Eucliffe?

Él soltó un bufido, acaso ella era real? De todas formas, caería por él.

- rubia, créeme. Me han dicho eso mil veces y mil veces he conseguido reducir todos esos años en días- afirmó mirándola de vuelta. Con sus cabellos rubios brillando con los reflejos de la luz de la luna- tal vez ahora sean mil y una veces

Reencarné como la villanaWhere stories live. Discover now