Capítulo 22

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Si es posible os aconsejo que escuchéis Alibi mientras leéis éste capítulo :")

Estamos los tres sentados alrededor de la mesa de madera del salón, jugando al parchís. Jeremy adora el juego y llevamos toda la mañana con él.

Esta mañana me levanté muy tarde, comparado con mi hora normal.

En Redford la hora límite eran las 9, y hoy a las 11:30 seguía dormida, si no hubiera sido porque Ryan llamó a la puerta para avisarme de que me había preparado un baño caliente. Me levanté desperezandome y observé por la ventana el verde bosque, era una vista realmente preciosa. Había dormido con una camiseta que Ryan me prestó a modo de camisón. Me puse mi vestido, desayuné y me metí en la bañera.

Me siento una persona nueva, los Cassidy no pueden ser más buenos conmigo.

-¡Y vuelvo a ganar! -Exclama Jeremy alzando los brazos a modo de victoria.

-¡Vaya! Creo que vas a tener que enseñarme tus trucos.

El pequeño me dedica una tímida sonrisa.

-Bueno Jeremy, es hora de ir a clase, recoge la mochila y vámonos.

-¿Cathy también se viene?

-No hijo, ella tiene que descansar. - Le dice Ryan a su hijo mientras me dedica una sonrisa cómplice.

-¿A ésta hora entras?

-Normalmente no, pero hoy es fiesta, y hacen actividades en el centro que no empiezan hasta la 1.

-¿Y a qué hora acaban?

-Sobre las 2, 2 y media. Yo le llevo hasta la parada y luego le vuelvo a recoger allí.

Asiento y me levanto para recoger el juego de Jeremy. Ryan se acerca a mí antes de salir y dice:

-Después de llevar a Jeremy tengo que hacer algunos encargos, tardaré una hora más o menos, ¿te importa quedarte aquí?

Me quedo pensativa por unos instantes con el parchís del chico en la mano, ¿sola? En absoluto, bueno, llevo bastante tiempo sin estar a solas ni un minuto, va a ser un poco extraño pero...

-No me importa.

-Está bien, hasta luego Catherine, si necesitas algo mi número está apuntado en una nota al lado del teléfono fijo, no dudes en llamar.

-Adiós Cathy. - Se despide Jeremy antes de que su padre cierre la puerta de la entrada.

-Adiós, Jeremy.

Permanezco quieta, mirando a mi alrededor. La mesa de madera con el típico mantel de cuadros, un frutero encima de la repisa de la cocina americana, los sillones enfrente de la hoguera y la televisión al lado. Parece que he viajado al siglo pasado.

No logro recordar que es lo que hacen las personas normales cuando están solas en casa, ¿recoger?

Me dirijo a la habitación donde he pasado la noche y estiro las sábanas para hacer la cama. Las mantas son de color blanco roto, con algunos detalles en azul y flores de color violeta. El cabezero es de hierro, negro. Detrás del cabezero está la ventana que deja ver el bosque. Las cortinas son bordadas, y ocupan toda la pared de la ventana.

Cansada, me siento en la cama y apoyo la cabeza en un cojín. Involuntariamente coloco la mano al lado de mi rostro. Es donde se solía colocar Gordon cuando me echaba un rato, cansada de ese ambiente. Sin poder evitarlo las lágrimas se derraman por mis mejillas y comienzo a sollozar.

"Cómo has llegado a esto Catherine."

Me siento completamente sola, y lo peor es que la única persona que puede consolarme ahora soy yo, y no estoy por la labor. No sé que hacer, no sé que estoy haciendo. Tengo que huir, lejos de todo lo que conozco. Eso es lo que haré, huir.

Cuando reciba noticias sobre Redford, iré a buscar a Jared y, después huiré. Conseguiré dinero como sea y me iré a otro país, Irlanda por ejemplo. Siempre quise visitar Dublín, el frío me gusta.

Entonces recuerdo lo que Ryan me ha dicho sobre el teléfono, y no puedo evitar levantarme para analizarlo.

Voy al salón y me situo en frente del objeto. Hay un posit al lado con el número de Ryan.

El teléfono de Jared Leto aparece en mi mente de repente, agradezco que me obligara a aprendérmelo.

Ilusionada descuelgo el aparato y marco su número.

A la cuarta señal salta el contestador.

"Está llamando al doctor Leto, si tiene algún asunto importante deje un mensaje después de la señal."

-Ja, Jared. -La voz me sale temblorosa debido a las lágrimas. - Te echo de menos... -Nadie contesta. -Dios mío no sabes lo que te echo de menos, ojalá estuvieras aquí, ojalá... -Las lágrimas caen descontroladamente y eso me impide seguir hablando, suelto el teléfono, que se queda colgando del cable y caigo de rodillas en el suelo.

Un dolor punzante en el pecho no hace más que perturbarme, y lo único que oigo es mi llanto. Al oir su voz le he recordado tal y como era, cada detalle a la perfección. El tacto de su cara, de su cuerpo... La primera vez que entré en su despacho, asustada, y su forma de mirarme, cuando me dijo que le gustaba mi sonrisa. Nunca he sentido tanto dolor, solo quiero que venga y que se acurruque a mi lado, y hundir la cabeza en su pecho mientras me desahogo.

-Jared...

Lo único que hay ahora es dolor, todo lo demás es negro...

Abro los ojos, por fin las lágrimas dejan de impedirme la vista, he perdido la noción del tiempo, pero supongo que habrá pasado una media hora. Me levanto y voy al baño a lavarme la cara.

Supongo que es lo que me queda ahora, por mucho que me derrumbe, tengo que volver a levantarme.

DESAPARECERWhere stories live. Discover now