Epílogo

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-¿Cómo vas a pedir sólo 25 mil? Es un coche de los años 50 con un motor en un estado casi perfecto.
¡25 mil no es nada! -Exclamo. Mi esposo chasquea la lengua y suspira.
-Tampoco podemos pedir 50 mil. Es una exageración. -Razona.
-Tal vez no 50 mil pero si 45.
No pienso bajar de ahí. -Me cruzo de brazos, autoritaria.

-Ni de broma. No vale ni 35 mil. -Suelto un "já".
-Pero siempre tienes que pedir más por el regateo de después.
Así el precio siempre queda ajustado a su valor real. -Le recuerdo pero parece que todavía no está convencido.
-Sigue pareciéndome mucho.

-Barry, amor mío, yo no me meto en como arreglas los coches. Así que tú no te metas en como los vendo yo. -Nuestras miradas permanecen serias y entrecierro los ojos.
Es un duelo en mitad del salvaje oeste. Bueno, en mitad del fantasmagórico Micktown pero es igual.

Y al final, no aguanta mucho tiempo y ríe.
-¡Está bien! Pero qué carácter.
Es imposible discutir contigo, es más fácil hacerlo con una pared. -Sonrío victoriosa.
-Lo sé. Oh y no olvides que mañana tenemos una barbacoa con mis padres. -El ojiverde se agacha para echar un vistazo a las ruedas del coche y me mira desde ahí.

-Ya. Tu madre me lo dijo anoche. -Frunzo el ceño.
-¿Como que anoche? A mi me lo dijo esta mañana. -Se encoge de hombros con una sonrisa de superioridad. Le asesino con mis ojos.
-A mi no me mires así, yo no tengo la culpa de que tus padres me adoren. -Se burla.
-¡No tienes ningún derecho a robarme a mis padres, Allen! -Mis palabras provocan que carcajee.
-Nadie puede resistirse a esta carita. -Se señala a sí mismo.

-Si si, muy adorable y todo pero dime ¿Cuando piensas arreglar la habitación? -Parece pensarlo detenidamente.
-¿La habitación? Pues no lo sé. -Dejo salir un bufido.
-Barry esa habitación es para nuestros hijos, tienes que arreglarla ya.

-Pero no hay prisa, Cait.
Calmate. -Pasa por mi lado y apreta con suavidad mis hombros.
-Si que hay prisa, idiota. -Me mira y sus ojos bajan hasta mi vientre. Alzo una ceja.
-No, Barry. No estoy embarazada pero quiero estarlo así que comienza con esa reforma de inmediato. -Casi le ordeno.

Mi marido deja las herramientas en el suelo y me abraza por la espalda. Sonrío.
-Aunque te quedaras embarazada hoy, tendríamos 9 meses de margen
¿Así que quieres un bebé?
Yo sé como hacerlos... -Susurra en mi oído. Deja un beso sobre mi cuello.
-¿Uno? Tenemos que repoblar Micktown, Bar. -Y en cuanto las palabras salen de mis labios, sus mimos cesan de golpe.
-¿Repoblar?

-Fuiste tú quien dijiste que no podíamos dejar morir Micktown con nosotros y estoy de acuerdo.
Tenemos que sacar esto a delante. -Sus manos se separan de mi y da varios pasos hacia atrás.
-Define "repoblar". -Me pide con expresión llana.

-Pues... 7. -Sus párpados se abren con sorpresa.
-¿7 hijos? ¿Tú estás chiflada? -Por cada paso que doy al frente, él da uno atrás.
-Si, 7. Por eso tenemos prisa. -Trato de hacerle entrar en razón.

-¿Tú me odias o qué? ¿Sabes cuanto esfuerzo físico se necesita para tener 7 hijos? ¡Después de eso no quedará de mi ni mi sombra! -Trato de aguantar la risa.
-¡No seas cobarde, Barry!
Ven aquí ahora mismo y empezamos a hacer bebés. -Le ordeno. Él niega de forma tajante y exagerada.

-¡Ni de broma! -Exclama.
-¡Que vengas te digo! -Sigue negando mientras camina hacia atrás.
-¡No pienso tener ni uno! ¡No cuentes conmigo para eso! Loca.

-¿Cómo que no? Quiero 7 hijos y tú vas a ayudarme a tenerlos te guste o no. -Le aseguro y de mi pie me saco la zapatilla para alzarla en el aire.
-¡No puedes obligarme! ¡Eso es violación! ¡Si llego a saber que ibas a querer 7 hijos te habría dejado volver a Nueva York! -Abro la boca, ofendida.

-¡Te voy a matar, Allen! ¡Ya puedes correr rápido!

-¡Corre Barry, corre! -Se dice a sí mismo antes de salir del taller. Le persigo.
-¡Bartholomew Henry Allen!
¡Ven aquí y dame bebés! ¡Cobarde! -Mis piernas se agilizan para correr tras él y salimos al jardín.
-¡Socorro! ¡Mi mujer pretende violarme!

Entonces le alcanzo y salto sobre su espalda, él agarra mis piernas para que no caiga pero al final, el equilibrio le falla y acabamos en el suelo.

Fin

He escrito muchos finales Snowbarry, algunos buenos y otros no tanto. Pero este es uno de mis favoritos. Nada de reflexiones muy profundas ni de promesas de eternidad.
Sólo una pareja enamorada y feliz ❤.

Ha sido un placer, como siempre.

Volveré.

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Sweet Home. Snowbarry Where stories live. Discover now