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CAPÍTULO 1:

Buxton, 1856

- Puede que esté mal decirlo, pero quiero algo más en mi vida que mi marido, mis hijos, y mi casa.

Empezó a aplaudir con sus manos enguantadas en seda de la más cara a la mujer que acababa de atreverse a pronunciar semejante verdad, y sonrió satisfecha. Aunque la mujer estuviera derritiéndose en lágrimas por aquellas palabras, se sentía muy orgullosa de ella. Estaba orgullosa porque después de dos años enteros reuniéndose con todas las mujeres del pueblo, había conseguido que se concienciaran de que no eran realmente felices con lo que la sociedad les había dado.

Ahora bien, no todas las mujeres de Buxton acudían a sus reuniones. La acompañaban las amas de casa de clase media y baja aunque, al principio, les costó mucho acercarse. La acompañaban las prostitutas del pueblo, eran sus mejores portavoces. Y podía decir con orgullo que también la acompañaban jóvenes muchachas de poco más de trece años que antes de casarse empezaban a concienciarse de lo que les esperaba y podían hacer algo para evitarlo. Sin embargo, las mujeres de clase alta, pertenecientes a la aristocracia en la que ella se había criado, se negaban a aparecer. La consideraban una blasfema y una atrevida que estaba pecando contra la obra de Dios. Pero, ¿no decía Dios que tanto hombres como mujeres son seres morales y de virtud? Y siendo así, ¿por qué el hombre se impone? Dios los hizo iguales a ambos, la culpa era de la sociedad.

Se levantó de su asiento y subió al estrado para darle unas suaves palmaditas en la espalda a la mujer del panadero. Ella asintió con la cabeza y bajó del estrado esperando a que hablara.

- Estoy muy orgullosa de todas vosotras, amigas.- todas esas mujeres eran mucho más que amigas para ella- Hoy hemos dado un gran paso, juntas. Sabemos cuál es el problema aunque no sepamos qué o quién lo ha originado, y en nuestras manos está encontrar la llave para solucionarlo.

Las prostitutas empezaron a aplaudirle y a vitorearle antes de que pudiera continuar y el resto de las mujeres las acompañaron. Aún no se acostumbraba a que la trataran de esa forma. Se sentía como si todo aquello fuera obra suya, pero no caería en esa trampa del ego. Todo aquello era obra de todas. Se dispuso a continuar hablando cuando su fiel mayordomo abrió la puerta de la sala de conferencias. Al instante, todas las cabezas femeninas se volvieron hacia él y el pobre hombre se sintió intimidado durante unos segundos.

- ¿Co- condesa?- la llamó.

- Puede hablar sin miedo ante mis amigas, Phillips.

El mayordomo tragó hondo y continuó.

- Condesa… Llega usted tarde al funeral de su marido…

¿El funeral de Naraku? Alzó la cabeza para mirar el reloj y descubrió que, efectivamente, iba a llegar tarde porque el cementerio estaba a unos veinte minutos de allí y tan solo faltaban diez para la ceremonia.

- ¡Qué cabeza la mía! Me sentía tan feliz hoy que olvidé que tenía que jugar mi papel de esposa dolida.

Todas las mujeres empezaron a reír con ella y la felicitaron una vez más por haberse librado de semejante canalla. Allí había mucha confianza. Todas esas mujeres habían contado como sus maridos, amantes o clientes las habían tratado mal física y psicológicamente, y ella misma había contado su propia historia. El único secreto que guardaba para todas esas amigas, era la máscara que se colocaba por las noches para saltar en la defensa del sexo femenino.

Se ajustó bien la pamela por miedo a que se estropeara su precioso tocado y cogió su sombrilla blanca con bordes dorados del paragüero. Le encantaba vestir de blanco y, ¿qué mejor día para vestir de blanco que en el funeral de su marido? El blanco representaba la libertad, la fuerza de espíritu y eso era algo que ella poseía. ¡Qué se escandalizara toda la alta sociedad que acudiría al funeral! La condesa Kagome Higurashi no tenía por qué sentirse amedrentada por nadie. Además, ¿acaso no era ella uno de los miembros de la aristocracia más poderosos del condado? Ahora que no tenía el lastre de su marido, podría hacer lo que quisiera, y lo mejor era que nadie la obligaría a volver a casarse. ¡Era perfecto!

ɛʟ ƈǟɮǟʟʟɛʀօ ɖɛʟ ƈʀɛքúֆƈʊʟօ |•INUYASHA•|Where stories live. Discover now