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Capítulo 8:

Esa maldita mujerzuela. Lo último que esperaba oír en el importante debate de ese día era a la condesa aireando su sucio secreto. Lo había acusado de corrupto y chantajista públicamente y lo había puesto en el aprieto de enfrentar su palabra contra la de ella. El pueblo de Buxton adoraba a la condesa y aunque le hubieran reído las gracias al conde cuando intentó solventar el problema, estaba seguro de que la mayor parte de ellos la creía. ¿Cómo se le había ocurrido decirlo? ¡Maldita fuera!

Por otra parte, la intervención del conde fue para él tan constructiva como destructiva. Cuando lo había realzado a voz en grito, clamando por atrapar al caballero del crepúsculo, se había amedrentado al mirar a la condesa. Ella estuvo en un aprieto en ese momento, su integridad estuvo en juego, y él reculó. Fue en ese momento cuando estuvo completamente seguro de que los sentimientos del conde Taisho hacia la condesa Higurashi, perjudicarían su campaña. Si la hubiera tenido a ella de su lado, hubiera sido todo tan sumamente sencillo. Su siguiente oportunidad de victoria había llegado con el debate sobre la igualdad para las mujeres. ¿Igualdad? ¡Ja! Todo el mundo sabía que las mujeres eran inferiores. La condesa Higurashi sólo contaba con ciertas ventajas económicas, nada más. Sin embargo, el conde tras haberla ofendido en el alma, se arrodilló públicamente, suplicando una disculpa y humillándolo a él. ¿Cómo iban a ganar ese debate si el conde no hacía más que cambiar de posición a cada minuto?

Pensó que tener al conde de su lado lo salvaría, pero en lugar de eso lo estaba hundiendo más aún. El único incentivo para continuar con él era su dinero y su odio hacia Sesshomaru. Había descubierto algo muy interesante sobre ellos dos. Cuando empezó la revuelta que el mismo conde comenzó, se escondió bajo las tablas del escenario y justo cuando iba a salir, escuchó al conde hablando con Sesshomaru. Interesado por saber de qué podrían estar hablando esos dos enemigos por naturaleza, escuchó y se quedó de piedra. ¡Hermanos! Sesshomaru Williams era en realidad un Taisho, un hijo bastardo del padre del conde. Por eso se odiaban tanto. Uno quedó relegado al olvido y el anonimato mientras que el otro lo tuvo absolutamente todo. Aunque Sesshomaru no parecía guardarle ningún rencor, era el conde el que se mostraba furioso con él. Y no le extrañaba. Si su padre admitiera que Sesshomaru Williams era en realidad un Taisho, Inuyasha quedaría relegado al papel del hermano pequeño.

Aquel secreto era maravilloso. Si Inuyasha volvía a jugársela para salvaguardar las espaldas de su amada, le echaría en cara su vergonzoso secreto familiar. A ver cómo se las apañaba para evitar los cuchicheos y a todas las personas que clamarían a Sesshomaru como auténtico conde Taisho. Ya se estaba frotando las manos sólo de pensar en lo bien agarrado que tenía a Inuyasha Taisho. Esa campaña era sólo el principio, podría aprovecharse de él durante toda una vida.

Hablando del rey de Roma. El carruaje del conde se dirigía hacia sus terrenos. Venía de la casa de la condesa. Seguro que había ido corriendo hasta su casa con el rabo entre las piernas para suplicarle clemencia. ¡Estúpido sentimental!

- ¡Conde Taisho!

El carruaje se detuvo y el conde apartó la cortina de su puerta para lanzarle una mirada sombría. Las cosas no habían salido bien con la condesa, cualquiera podría adivinarlo.

- ¿Qué quiere, alcalde?- masculló con el ceño fruncido.

- Debemos hablar de…

- Ahora no tengo ganas. – le quitó importancia con un leve movimiento de muñeca- Mañana…

- ¡Mañana será tarde!

El conde lo miró con un renovado interés por su evidente falta de respeto hacia su figura. Él agachó la cabeza, fingidamente avergonzado por su comportamiento, y habló.

ɛʟ ƈǟɮǟʟʟɛʀօ ɖɛʟ ƈʀɛքúֆƈʊʟօ |•INUYASHA•|Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt