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Entré a aquel salón de clase con mis auriculares y varios me miraron. Yo aplané los labios y me senté, acomodándome en el banco. Una muchacha enorme morena de cabello crema, se me acercó con cara de pocos amigos.

—Lárgate del asiento —habló con agresividad.

—¿Por qué? —la miré con desinterés y ella gruñó, golpeando la mesa.

—¡Es MI asiento! —yo me sobresalté y fruncí el ceño.

—¿Tu asiento? Es imposible, en ningún lugar de la mesa dice tu nombre y además, ni siquiera lo pagaste, ni lo creaste, es parte del instituto, no de ti. Quizás las cosas en tu cuarto sí son de tu pro——me estampó contra el banco y yo temblé.

—¿Te haces la graciosa? —la miré a los ojos.

—No, no estoy usando ningún humor ahora mismo —susurré.

—¡Bueno, Jasper! ¡Ya entendió! —exclamó el chico humilde, interviniendo. Jasper lo miró y luego a mí. Yo me mantuve callada y ella me soltó. —Sal del banco —pidió el chico humilde. Yo me levanté y Jasper me pechó el hombro. —Ven, siéntate conmigo —me sonrió y me tomó de la mano. Yo entrecerré los ojos y me zafé al instante. Él me miró confundido y me encogí.

—Bueno —susurré y lo seguí. El asiento donde él se sentaba era en primera fila, y a había otro libre al lado. Dejé mi mochila y me senté.

—Te vi ayer en la terapia —yo asentí.

—Me elegiste para hablar —jugué con mis manos. Él me sonrió.

—Parecías interesante —levanté una ceja.

—¿Cómo puedo parecer interesante? Todos parecemos interesantes, entonces... ——me interrumpió.

—Quiero decir que pensé que sería bueno que una cara nueva hablara —relajé mi expresión y miré a otro lado.

—¿Cara nueva?

—Sí, todas las chicas que viste ahí ya habían venido —me sonrió cálidamente —el terapeuta es mi padre y cree que yo soy demasiado positivo, por algo quiere que vaya —lo miré.

—Claro —susurré.

—Soy Steven, tú eres Spinel, ¿no? —asentí.

—¿Eres de la clase baja? —él me miró desconcertado.

—¿Clase baja? —asentí —no, prácticamente mi padre es multimillonario —rió. No entendí qué era lo gracioso.

—¿Qué es lo gracioso? —cuestioné.

—La ironía —parpadeé y asentí.

—¿Entonces por qué usas chancletas? —señalé su calzado.

—Es cómodo —fruncí el ceño.

—Traes una chaqueta y unos pantalones, estás abrigado, ¿por qué usas eso? Si tienes calor puedes venir con otra ropa —se encogió de hombros.

—Es mi estilo —yo entreabrí mis labios.

“Estilo”.

Autismo | Stevnel [Human Au] Where stories live. Discover now