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Me mecía con cuidado en la cama, abrazando mis piernas. Había logrado tranquilizarme pero seguía todo arruinado. Tiré mi cabello hacia atrás y sentí ganas de llorar nuevamente, pero no podía, no caía nada.

Pegué un grito y la puerta fue abierta por Steven que me miraba preocupado. Yo lo miré y comencé a patalear, gritando.

Un ataque.

Comencé a moverme de un lado a otro, golpeando la espalda contra la pared, mientras gritaba y sollozaba. Steven se me acercó y le agarró de los hombros. Con fuerza: golpeé su rostro, tirándolo al suelo. Agarré mi cabeza entre mis manos y lloré desconsoladamente.

Todo este tiempo... Él era el que me quitó a Rose, a Pink, ¡él era el culpable de todo!

—Spinel... —me agarró de la muñeca y yo forcejé.

—¡Déjame! ¡Quiero que me dejes! ¡Te odio, te odio! —grité pero él me abrazó con fuerza. Mi respiración comenzó a hacerse intranquila —más de lo que estaba— por aquel contacto. —¡Me quitaste a Rose! ¡La amaba! ¡Y-Yo... —me detuve y respiré su aroma. —... Yo te amé! Te amo —mis manos temblaron pero eso no cambió en absoluto cuando me forcé a corresponder. Con fuerza. Lo apegué a mí.

—Calma... —susurró y escuché como su voz se quebraba. —... A veces Perla me culpa —me paralicé. —Me culpan en ocasiones, estoy acostumbrado pero pensé... Que tú... Sería diferente —suspiró. Miró la foto de Rose y la identificación, comenzando a respirar con dificultad. —¿Quién eres? —reí, sintiendo más lágrimas bajar.

—¡¿Quién soy?! ¡¿Quién soy?! —él se apegó más a mí y yo suspiré —pero ¿qué estás diciendo? Soy la perdedora del juego... Que desconocías —susurré. —Esta vez... Jugaremos a otro juego y esta vez... —sollocé —... Ganaré yo...

—Sí, calma —acarició mi cabello con cuidado. Yo cerré mis ojos y sentí su aroma.

Él era una rosa, aunque la olieras, no tiene un aroma aparente, pero eso no te detiene a olerla, de imaginarte cualquier olor. De imaginarte que él... Me ama.

—¿Puedo decirte algo? —asentí. —Sentí cosas por ti —me dolió el pecho. Quizás sea un paro cardíaco. —Pero... No tanto como por Connie, ella es amable y es más fácil tratar con ella —me separó y me miró. Rozó nuestras narices y yo lo miré con lágrimas. —Realmente lo siento, Spinel, pero no puedo forzarme a amarte —yo asentí.

—Claro —susurré.

Me había obsesionado con él.

Autismo | Stevnel [Human Au] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora