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Pasaron días donde no tuve contacto con Steven. Solo nos hablamos para preguntar dónde está cada cosa en la casa. Me he mejorado gracias a la sopa que me deja en el suelo Steven.

—¡Hija de puta! —gritó. Me sobresalté y abrí la puerta de mi cuarto.

—¿Su madre es una trabajadora sexual? —él me miró mal. estaba tirado en el suelo rodeado de fotos.

—¡¿Qué?! ¡No! —gritó y bufó. —¡Ella lo es!

—¿Acaso paga la universidad prostituyéndose? —él rió a lo bajo.

—Probablemente —me senté en el suelo, frente a él.

—¿De quién hablamos?

—Connie —respondió. —Terminamos —bajé la mirada.

—¿Es porque te besé y por eso me evitas? —frunció el ceño.

—¡No! ¡Bueno...! —mordió su labio inferior y suspiró —tal vez.

—Hay una gran posibilidad que sea un sí, ¿no? —asintió.

—No sé cómo se enteró —se encogió de hombros.

—¡Oh! ¡Recibió mi mensaje! —frunció el ceño y me miró mal.

—¿Mensaje? —saqué mi celular y busqué el chat.

—Le dije que te había dado un beso —le extendí el celular. Él leyó el mensaje y me miró mal.

—¡Maldita sea, Spinel! —gritó y se tiró el cabello hacia atrás. —¡No debiste hacer——lo besé nuevamente. Tardó en reaccionar, agarró mis hombros y me separó. —No hagas eso —me incliné a él y lo besé nuevamente. Él me separó de nuevo. —¡Basta, te he dicho que no me gust——lo callé besándolo de nuevo.

Él apretó los puños y se inclinó a mí, correspondiendo. Suavizó su rostro y puso una mano en mi pecho. Me separó de él con cuidado.

—Basta —aplanó sus labios, relamiéndolos. —No lo hagas. Estoy jugando contigo.

—¡Me gusta jugar! —chillé. Él bufó.

—Spinel —yo rodé los ojos.

—Por favor... —suspiró y se paró con cuidado. —... Steven... —me levanté y lo seguí.

—¿Rose? —di varios brincos sonriente. Ella reía con suavidad. Movía su vestido y se giraba dando vueltas.

—¡¿No es fascinante?! ¡Es increíble! —me apresuré y agarré su mano.

Él se zafó de mi agarre.

—Spinel... No lo hagas difícil... —suplicó y le sonreí, agarrando su mano de nuevo.

—Lo es. ¡Pero quiero estar contigo! —agrandé mi sonrisa. Se inclinó a mi altura.

La piel pálida de su mano se posó en mi hombro, llamando la atención.

—Por favor, Spinel... Quédate quieta, no me sigas —sonrió con dulzura y se paró. Se alejó. Y se fue.

—¡No! —grité empujándolo. Él me miró sin comprender.

—¿Qué hice? —aplané los labios. —Oh... Cierto... —miró mi mano y yo lo solté. Jugué con mis manos nerviosa. —Has comenzado a tocarme, ¿es porque estás enamorada de mí? —asentí levemente. —¿Por qué ahora te retractas?

—Te pareces a ella... —él ladeó la cabeza.

—¿Ella?

Autismo | Stevnel [Human Au] Where stories live. Discover now