TRECE

840 130 3
                                    

Hongil me arrinconó después de que Ji Yong salió. Yo estaba preocupado por él; parecía distraído por los textos que seguía recibiendo de Soo Hyuk. ¿Quién era Soo Hyuk?

Quería preguntar, pero sabía que no era mi lugar. Ji Yong probablemente tenía muchos clientes además de mí, y todavía no se había interpuesto en su trabajo aquí. Él ya me había dado mucho más de lo que había pedido.

- ¿Qué pasa, Hongil? – Le pregunté, un poco menos paciente con él que de costumbre.

- ¿Ya lo sabes? – Preguntó, dándome una bebida.

- ¿Saber qué? – Contesté de vuelta, sin disfrutar de todas las adivinanzas que me lanzaban esa noche.

- Que estás vinculado. No solo un vínculo de acoplamiento, no solo sexo, SeungHyun. Un vínculo natural, creado desde el nacimiento. – Hizo una pausa para lograr un efecto dramático, y luego agregó la palabra que sabía que iba a venir, pero pensé que nunca querría escuchar, no en mi vida. – Almas gemelas.

Me tensé, un poco húmedo por el sudor, sin estar seguro de cómo responderle. Me aterrorizaba. Hongil debió haber esperado eso, porque extendió la mano y me dio unas palmaditas en el hombro para consolarme, y me dio una pequeña sonrisa de tranquilidad.

Nunca había pensado en esas palabras, no juntas, no como una sola palabra muy importante. Sabía que Ji Yong tenía algo especial, pero... ¿almas gemelas? Mi pulso se aceleró de terror, y tuve un millón de preguntas a la vez.

A regañadientes, me intrigó la idea. Eso explicaría mucho.

- Te daré unos minutos para procesarlo. Ven a hablar conmigo después. Esto es algo muy importante. Masivo. Necesitarás a alguien con quien hablar. – Me apretó el hombro, luego se dio la vuelta y salió de la habitación.

Realmente era mucho para procesar. Almas gemelas. Tendría que hablar, tan pronto como pudiera pensar.

Se me ocurrió, en la bruma de todo lo que daba vueltas por mi cerebro, que estaba destinado a ir a mi propio padre. Los alfas acudían a sus padres cuando necesitaban resolver sus problemas. Ellos acudían a sus propios alfas.

Ellos no acudían al mayordomo. Pero Hongil no era solo un mayordomo, ¿verdad? No en mi mundo. Era toda la familia que yo necesitaba.

Sabía que era verdad, lo que Hongil me había dicho. Siempre lo supe, desde el momento en que estreché la mano de Ji Yong en la primera reunión en el café, simplemente no entendía la sensación antes. Quién sabía si Ji Yong era consciente... Dios, Ji Yong.

¿Cómo reaccionaría él, descubriendo que estaba enlazado conmigo por el resto de su vida? Encadenado a mí. No teníamos que estar juntos, pero siempre lo sentiríamos, siempre nos consumiríamos por ello.

Tendríamos hijos fuertes, si así lo quisiéramos, y un alfa con una pareja predestinada a su lado era básicamente inconquistable. Nunca pensé que tendría la suerte de encontrar la mía, pero claro, claro que Ji Yong era el elegido.

Fue un pensamiento aterrador y estimulante, y no tenía la primer maldita idea de qué hacer conmigo mismo. ¿Dónde estaba Ji Yong, de todos modos?

Tae-hyun apareció en la habitación con otra bebida. Terminé el que Hongil me había entregado y lo acepté agradecido. Me senté en un sillón de cuero, mis manos temblaban solo un poco, el hielo tintineó en mi vaso.

Estaba tan conmocionado que ni siquiera me aparté cuando Tae-hyun me tocó el brazo. Él acarició desde mi hombro hasta mi muñeca.

- ¿Estás bien? – Preguntó.

Levanté la vista y vi a Ji Yong mirando desde la puerta, pero no podía ver lo que estaba pensando por su cara. Aparté a Tae-hyun y me dirigí directamente a Ji Yong, repentinamente desesperado por estar cerca de él.

- No es lo que piensas. – Protesté, siguiéndolo a través de la puerta en el pasillo.

Ji Yong me sonrió, pero parecía un poco triste. – Está bien. – Dijo. – Me dirijo al piso de arriba para tomar mi píldora.

Se giró para dejarme allí en el pasillo, pero luego se detuvo, y cuando se volvió para mirarme, había una tormenta en sus brillantes ojos caramelo. – Escucha. – Dijo, su tono pesado y grueso. – Estoy realmente contento de que me hayas contratado.

Lo alcancé, tocando su suave mejilla con la punta de mis dedos, mirando su rostro perfecto. Estaba actuando de forma extraña, y sentí la necesidad de decir algo, pero no podía decir que éramos compañeros, no en el pasillo.

Había sido tan rápido, todo esto. No culpé a Hongil por decirme, pero ¿cómo podría decirle a Ji Yong? Me estaba ahogando.

- ¿Puedes creer que solo ha pasado un fin de semana? – Pregunté, casi sin aliento.

- Lo sé. Siento que te conozco desde siempre. – Susurró. Sus ojos estaban oscuros ahora, y me pregunté si él estaba triste por la misma razón que yo estaba triste.

Respiré hondo, endureciéndome por su reacción, pero tenía que decírselo. – Escucha, Hongil me dijo algo. Sobre eso. Sobre por qué todo esto tiene sentido.

Ji Yong negó con la cabeza y me interrumpió. – Dime cuando baje, ¿vale?

Dejé que me cortara, pero me estremecí un poco. Tal vez fue demasiado pronto.

Él estaba en lo correcto. Debería esperar un mejor momento. Puede ser cierto, pero ¿era una tontería de mi parte pensar que cambió las cosas? El trabajo de Ji Yong era todavía evitar el apego.

- Guárdame un trago. – Dijo, e intentó inclinarse para besarme en la mejilla.

No pude evitarlo; Sentí la repentina necesidad de presionar mis labios contra los suyos y hacer que lo sintiera, que nos pertenecíamos el uno al otro. Sostuve su cálido cuerpo firmemente, mis manos en sus hombros, luchando por dejarlo ir incluso por un segundo.

Ji Yong devolvió el beso desesperadamente, sus labios se separaron, su lengua ansiosa en mi boca, pero solo por un momento. Luego sonrió y se apartó, todavía extrañamente triste y silencioso, y se volvió para correr por las escaleras.

『임대 오메가 』 » OmegaverseWhere stories live. Discover now