¿Dónde está Brasil?

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Camino por la calle en busca de esperanzas.

Las avenidas lucen particularmente desoladas y oscuras esta noche, tal como si me dieran la bienvenida a un mundo de misterio. No quiero causar más pena en la gente; por eso he decidido continuar y dejar la banqueta atrás.

No puedo negar que a veces me desmotivo, pues no tengo a nadie. Cuánto daría por tener a un conocido a quien visitar o por lo menos un lugar a donde ir. Pero me contradigo en seguida.

Es que, en realidad, sí lo tengo.

Me había hecho la promesa de llegar a aquella tierra de ensueño llamada Brasil. Así el clima me lo impida, así el viento sople en mi contra. Ahí encontraré lo que deseo.

Camino con determinación. Soy consciente de que soy un total inexperto en el mundo de los humanos, pero eso no me puede detener. Veo una tienda con las luces encendidas. Entro sin pensarlo.

- Señor, ¿Dónde están los buses que te llevan a Brasil? -pregunto al vendedor 

El joven piensa por un momento. Se lleva una mano al mentón y en seguida me responde

- ¿Te refieres a la avenida?

- No. Al país

El joven hace una mueca suspicaz. Quizás piensa que vengo con alguna oscura intención a querer distraerlo. Pero parece que mi inocente mirada lo convence de que en realidad estoy más perdido de lo que parece.

- ¿Brasil? -murmura, mientras trata de evocar sus conocimientos de geografía- Mmm

- Amigo, Brasil está muy lejos de aquí -finalmente responde- Necesitas llegar a la selva

- ¿Y cómo llego hasta allá?

- En avión. O  en un bus muy caro

- Era todo lo que quería oír ¡Muchas gracias! -me despido del dependiente y salgo corriendo de la tienda

Era completamente posible, como lo creía. Solo debo averiguar como abordar uno de esos aviones. Por suerte, Rosbey me proveyó de un teléfono celular, herramienta que usaban los humanos para buscar todo tipo de información.

Los precios de los pasajes alcanzaban cifras exorbitantes; o al menos para mí lo eran. Volví a contar los papeles verdes que me había dado la caja registradora del parque, en busca de algún error en el conteo. Pero los números eran claros. Las cifras no llegaban.

1200 eran 1200. Yo solo poseía 975.

No sé si peco de inocente o tengo dificultad para aprender. Pero aún no entendía completamente como los humanos lograban hacer crecer sus billetes verdes. Dudo que simplemente los pidan, pues Rosbey me decía que el mundo no era fácil ¿Qué voy a hacer?

Bajo ligeramente la cabeza. La alegría se me ha vuelto a ir.

Las máquinas del parque de diversiones también me habían dado unas tarjetas llamadas documentos. Me explicaron fugazmente que con eso los humanos comprobaban su identidad y podían acceder a cualquier sitio. Un momento ¿Mi identidad?

Caí en la cuenta de que no había leído ninguna de esas tarjetas. Quizás ahí estaba la respuesta, empezar a saber quién era yo.

Deslicé una tarjeta del bolsillo delantero de mi pantalón y ahí fue cuando vi mi rostro por primera vez. Ese era yo, todo yo, con una expresión insospechada y perdida. Un individuo de cabello corto y ondulado, con pequeños puntos sobre su rostro y cejas pronunciadas. Veo que también me pusieron de nombre Delel. Lástima, porque ya me había acostumbrado al nombre de Lord Ferry.

Alzo la mirada. Las calles intrépidas de esta ciudad llamada Lima parecen duras de roer. Pero no puedo rendirme tan fácil; no después de haber pasado todo lo que he pasado.

A mi lado hay un edificio que tiene ventanas transparentes donde uno se puede ver. Me asomo. Toco mi rostro. Aún no puedo creer que las yemas de mis dedos se encuentren tocando real piel humana. 

Este ahora soy yo, Lord Ferry. Solo que aún no lo termino de creer.

Lord FerryWhere stories live. Discover now