Llaves compuestas

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Mandala Baptiste ¿Ese es tu nombre? 

Aún recuerdo tus ojos; son los más bellos recuerdos que tengo de ti. Ellos me hicieron saber que tú sabías de mí. Al ver tu sonrisa, me mostraste la suntuosidad de tu ser. Solo tú viste donde yo podía ver.

Y somos de material tan diferente, Mandala Baptiste. ¡Qué desdicha mi forma de ser! Tú eres carne, yo soy lámina. Yo soy tieso, tú eres hueso. Somos llaves tan compuestas que jamás encajarían por naturaleza.


Jamas olvidaré el día en que Katrina me llamó. Había salido el sol.

Debía terminar con mi ronda de pasajeros antes de irme, como era típico. Solo que esa vez, guardaba la ansiedad por saber qué estaba por decirme.

Katrina había descargado muchos datos de internet. Increíblemente, la búsqueda no le había tomado mucho tiempo. Casi al instante, la imagen coincidió con millones de resultados.

- Lord Ferry -mencionó, pasmada.

- ¿Cómo resultó la búsqueda?

- Muy interesante, Ferry. Parece que la persona que buscas no es cualquier persona.

- ¿Por qué? ¿A qué te refieres?

- Si los sistemas no han fallado, entonces se trata de una cantante famosa. Su nombre es Mandala Baptiste.

- ¿Cantante famosa? ¿Por qué una cantante famosa vendría a este parque de diversiones?

- Yo tampoco lo sé.

- ¿Puedo ver una de sus fotos?

- Claro que sí; pero yo no tengo pantalla. Tendrás que dirigirte hacia Forteen; él sí cuenta con una.

- Gracias, Katrina.

Me dirijo raudamente hacia el dispensador de tickets. Él me saluda y gira ligeramente sobre su propio eje, como si estuviera esperándome. Voltea su pantalla hacia mi vista. Empecé a verla con detenimiento. Sobre ella se empezaron a proyectar algunas sombras y luego la imagen estática de una mujer.

No podía creerlo.

Ella sonreía de forma encantadora. Sus ojos estaban delineados y un color muy rosado acompañaba sus labios. Tenía el cabello corto, como esa vez; y hasta el mismo peinado.

- Mandala...¿Mandala Baptiste? -pronuncié. Aparecía ese nombre sobre la imagen.

De pronto, una intensa emoción me invadió. Y tenía razón de ser. Yo ya había visto a los ojos de esa superestrella.

Sin advertirlo, la pantalla de Forteen había empezado a mostrar el vídeo de un espectáculo. Era un escenario y una muchedumbre a su alrededor. La gente gritaba con pasión, con todo el ruido que su voz les podía dar. Algunos llevaban grandes papeles en sus manos con un solo nombre escrito: El de Mandala.

En el centro, se asomó una mujer con un vestido negro que le llegaba hasta las piernas. Su apariencia era pulcra; su presencia, contagiosamente espléndida.

El público cayó en silencio. Ella sonrió y cerró sus ojos muy lentamente. Abrazando el micrófono con una de sus manos, dejó escapar unos cuantos suspiros de su boca, en forma de canción.

- Fiesta de luz; y ...el sentir inmenso de tu voz que ...me ha de encantar.  Tu amor; ... tan infinito como el mar ... me deja una sonrisa que no dejo de pensar. Tu calma... a mis penas va a matar... tan solo por volverte a ver... mi vida daría otra vez...

El público se desvivió de emoción. Los gritos no se hicieron esperar. La imagen enfocó a varias personas que se abrazaron por el fulgor intenso que estaban contenidas en las palabras de Mandala.

- Si algún día te he de encontrar...que sea para no volverte a ir. Yo no te quiero ver partir... la soledad me invade cual barquillo al navegar...

Mandala está a punto de terminar la canción. La cámara enfoca directamente a sus ojos.

...Si este amor es de los dos...yo nunca te diré adiós...

El público estalló en aplausos. Mandala era completamente ovacionada por todos los rincones de aquel escenario. Era amada, era incondicionalmente admirada.

El vídeo terminó. La pantalla de Forteen empezó a parpadear velozmente y me encontré con la ausencia de su imagen. Mandala, ahora sufría mal de amores.

Permanecí atónito sobre mi sitio por algunos momentos más. No terminaba de entender que ella realmente había estado aquí; tan cerca. Y la tuve que dejar ir. 

- Todo por estar en este maldito cuerpo ¡En este maldito cuerpo que tiene que esconder su propia voluntad, su propio movimiento! -La ira empieza a arder en mí.

- Lord Ferry, por favor, tranquilízate -se dirigió a mí, Forteen.

- Yo no quiero vivir así. ¡Es tan injusto!

- Todos vivimos esa injusticia, querido amigo.

- No puede ser.

Acelero mis vagones. Desplazo mis ruedas, rápidamente, sobre ese montón de fierros de los que estaba hecho mi riel

- Tiene que haber una esperanza -Es lo que siempre he escuchado decir a mis pasajeros más felices- En algún lugar la tiene que haber.

Me dirijo hacia Katrina. La encaro como si estuviera dispuesto a encontrar cualquier atisbo de respuesta esperanzadora.

- ¿Hay esperanza para nosotros?

- ¿Esperanza de qué?

- De volvernos humanos.

- Eso no dicen las estadísticas.

- ¿Cuáles estadísticas?

- De aquellos que lo intentaron.

Detengo completamente las ruedas.

- Entonces, ¿Hay forma?

- Sí. Pero yo no sé cómo. Solo Rosbey lo sabe.

Vuelvo a quedar pasmado, como si recién me enterara de todo ¡Claro! Rosbey, era la máquina que más experiencia tenía con el mundo humano. ¡Él podía tener la respuesta! 

Solo quedaba una inquietud por saldar con Katrina.

- Katrina. Quisiera saber algo más.

- ¿En qué te puedo ayudar?

- ¿De dónde es Mandala?

Katrina se tomó unos momentos. Luego, respondió.

Ella vive en un país llamado Brasil.

Lord FerryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora