16| No te rindas

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Aquel día, Spencer llegó ofuscada a su casa, acariciando la zona de su brazo que Bruce había agarrado con tanta firmeza

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Aquel día, Spencer llegó ofuscada a su casa, acariciando la zona de su brazo que Bruce había agarrado con tanta firmeza. Se había esforzado por mantenerse serena y segura con sus palabras y, aun así, sus latidos estaban descontrolados cuando pudo sentarse sobre la cama en la intimidad de su habitación.

En su cabeza solo figuraban aquellos ojos fríos, aquel cabello cobrizo y aquella voz que un día le dedicó palabras bonitas al oído. Necesitaba sacarlo. Necesitaba de una vez por todas que abandonara su mente.

Siempre se decía que no era tan complicado. Aunque no fuera cierto.

Frunció los labios y bailó los ojos para, segundos después, cambiar su posición y sentarse sobre la silla de su escritorio. Abrió su pequeño notebook, cuyas esquinas estaban deterioradas por el paso de los años, y lo encendió. Tardaba alrededor de quince minutos siempre, por lo que aprovechó para darse una ducha y colocarse el pijama. No pensaba salir de casa en lo que quedaba de tarde.

Abrió su Facebook para comprobar si sus amigos la habían escrito, sonrió al ver un mensaje de Lisa y varios de ella y otros por el grupo que tenían. Menos mal que no habían dejado de hablar por allí, desde que ya no tenía el móvil que le regaló Bruce, no podía usar Whatsapp. En seguida, su atención se posó en la alerta de notificación roja que se encontraba sobre el icono de las solicitudes de amistad.

Levantó las cejas y clicó encima para comprobar de quien se trataba. Siempre había sido muy reacia con su privacidad, por lo que tenía su perfil privado. Únicamente podían ver su foto de perfil y aceptaba a su círculo de amigos y poco más. No le gustaba tener en su lista a desconocidos, ni a personas a las que tan solo había visto una vez en su vida.

Se sorprendió al leer: Jared Luckgood te ha enviado una solicitud de amistad.

Una risilla nerviosa se escapó de sus labios casi sin darse cuenta. Dudó unos instantes sobre si aceptar o no. Si quería mantener contacto con ese chico, debía hacerlo. No se imaginaba hablando por teléfono casi a diario con él, sería extraño y, en cierto modo, violento.

Finalmente confirmó la petición y entró en el perfil del rubio. No tenía demasiadas fotos. Algunas con sus amigos y había varias en Hawái. En su muro, alguna que otra reflexión, y fotos y videos chorras de páginas de humor.

Se sobresaltó cuando un fugaz sonido y una ventana asaltaba su pantallas. Le acababa de hablar.

"Mierda". Pensó chasqueando la lengua. "¿Estará molesto? No me despedí de él, le dejé allí en la fiesta."

Abrió el mensaje:

Jared: Hola, fugitiva.

Esbozó una sonrisa al leerlo.

Spencer: Siento haber desaparecido. No pensaba que tuvieras ganas de hablarme después de eso.

Jared: Jajaja. No te preocupes, no estoy molesto ;)

La risa del ángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora