32| Un tiempo entre los dos

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¿Qué ha pasado?

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¿Qué ha pasado?

Aquella pregunta se repetía en la cabeza de Bruce como un taladro que no le dejaba pensar con claridad. Todo iba bien. Estaba convencido de ello. Hacía minutos atrás de que Spencer le pidiera un tiempo, se estaban besando. Y no había incomodidad ninguna por parte de ella cuando aquello sucedió.

Algo había pasado, sí. Algo que él desconocía, pero qué intuía. Había dado vueltas a su habitación en círculos, como un peripatético, rumiando un millón de posibilidades y en todas y cada una de ellas solo aparecía una persona como respuesta: su padre.

Sí, estaba seguro. Desbloqueó el teléfono con la finalidad de llamar a la joven, pero se detuvo en el acto.

«No me llames ni me escribas».

¡Joder! ¿Por qué? No entendía nada. Era tan absurdo que le entraron ganas de reír. Y eso hizo: reír a carcajadas a la par que se dejaba caer como un peso muerto sobre la cama. Reía de un modo tan histérico que pronto se estaba frotando el pelo neuróticamente.

Tras el sonido proveniente de las cuerdas vocales del pelirrojo, llegó la calma. Y con ella el silencio. El maldito silencio acompañado de su respiración y del latido atormentado de su corazón. Y no pudo evitar cuestionarse si así era cómo se sintió ella cuando él la dejó.

El lunes llegó con un Bruce Rimes excesivamente puntual. Había decidido intentar hablar con Spencer en persona. Al fin y al cabo, iban a la misma clase. Tarde o temprano acabarían viéndose. Pero no apareció aquel día por Richroses. Y tampoco al día siguiente. Ni el resto de la semana.

Spencer recibió una notificación a primera hora de la mañana del lunes

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Spencer recibió una notificación a primera hora de la mañana del lunes. Le llegó por correo electrónico y, horas después, una carta sellada por la institución con cera, lo que le daba un aspecto de otra época. El contenido, en ambos casos, era el mismo y era muy claro: había sido expulsada de Richroses.

En el escrito decía, en definitiva, que la secretaría y ejecutiva del centro escolar procederían a hacer un cambio de matrícula con su antiguo instituto por las molestias causadas, y que la expulsión tenía que ver con un cambio de pautas en su beca de la que quedaba inmediatamente exenta.

La risa del ángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora