Capítulo dos

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Explosión de tazas de té
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Harry Potter se agitó mientras dormía y abrió los ojos. No tenía idea de que hora era pero a juzgar por la oscuridad de su alacena, supuso que era o muy tarde en la noche o muy temprano en la mañana. Harry no tenía idea de porqué, pero de repente se sintió completamente despierto.

Sabiendo que tía Petunia lo obligaría a levantarse temprano para la escuela al día siguiente, se dio la vuelta e intentó volver a dormir. Sin embargo para su desconcierto, cuanto más trataba de volver a dormir, más sentía que debía levantarse. Frustrado, Harry finalmente se rindió y se deslizó silenciosamente fuera de la alacena, agradeciendo que su tía generalmente tuviera la inclinación de dejarlo abierto por la noche.

Harry caminó silenciosamente hacia la cocina, decidió arriesgarse a encender la luz y se subió a un mostrador para poder alcanzar los armarios. Sintió que un poco de té podría ayudarlo a volver a dormir, así que puso la tetera en la estufa con un poco de agua y una bolsita de té para hervir. Dejó la tapa abierta para dejar escapar el vapor; sabía muy bien lo que sucedería si la tetera silbaba y despertara a los Dursley.

Harry buscó nuevamente en el armario y bajó dos tazas. «Espera... ¿dos?» agarró una para volver a ponerla nuevamente, pero descubrió que no le agradaba la idea.

«¡Esto es ridículo! ¿por qué necesitaría dos tazas?» Volvió a intentar poner una taza de nuevo en el armario pero descubrió una vez más que no le gustaba la idea. Culpando su extraño impulso al cansancio, Harry decidió dejar la taza extra sola por el momento y ver qué había en la cocina que pudiera comer sin que los Dursley se dieran cuenta.

Mientras Harry se escabullía por el interior del número cuatro de Privet Drive, no tenía la menor idea de que había un niño de su edad escabulléndose por el exterior de la casa.


Ron Weasley estaba adolorido, cansado y completamente perdido. Había pasado los últimos cinco minutos hurgando en este "Privet Drive" tratando de averiguar dónde estaba. Desafortunadamente, no había encontrado nada hasta ahora, excepto ventanas y casas oscuras que se veían exactamente iguales. Ron pensó que debía estar en un pueblo muggle porque nunca había visto a los magos copiar las casas de los demás de esa manera. Aun así, no había nada en esta calle que pudiera serle de utilidad. Estaba a punto de salir de la calle para mirar a otro lado cuando vio una luz encendida en la casa a su lado.

La luz venía de una ventana desde la parte trasera de la casa, por lo que Ron se arrastró silenciosamente hacia el patio y miró con cautela a través de la ventana.

Había un niño con ropa holgada y gafas moviéndose por una cocina. Era del tamaño de su hermana pequeña Ginny, así que Ron supuso que tenía uno o dos años menos que él. Observó al chico que estaba haciendo té y de repente se dio cuenta de lo sediento que estaba. Ron se preguntó si los muggles eran quisquillosos acerca de las visitas. Si no lo son, tal vez podría llamar a la puerta de la cocina y pedir una bebida.

Estaba reflexionando esto cuando el chico miró repentinamente a su dirección y luego saltó hacia atrás alarmado. Ron jadeó y se agachó debajo de la ventana. Se inclinó en el césped sin atreverse a moverse. Después de unos pocos segundos inquietantes oyó que se abría una puerta y una pequeña voz sonó a través de la noche.

—¿Hola?

El niño sonaba asustado e inquieto. Ron sentía exactamente lo mismo, pero sabía que estar sentado aquí toda la noche no le ayudaría en nada, por lo que reunió su coraje y contestó. Después de todo, no tenía mucho que temer de un pequeño niño muggle, ¿verdad?

¡Ya he tenido suficiente!Where stories live. Discover now