Prólogo

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—¿Erina?—

La saliva se acumuló en su garganta al verla sentada frente a la barra, parece desanimada y perdida. Desea tanto acercarse a ella, darle un cálido saludo, compartir un par de palabras...

-Solo quiero...- un paso a la vez, cada pisada se hace más lenta, sus pies pesan y cree que no tiene derecho acercarse a ella -Necesito disculparme con la princesa- susurra para sí mismo mientras la sigue observando.

Se para en seco cuando ve como ella se limpia el resto de una lágrima, estaba llorando, pero no a mares...

¡Oh, Maldición!, estaba confundido y enojado, quería saltar entre las mesas, empujar a las masas solo para poder abrazarla, quería decirle que estaba viendo el dolor en sus ojos y rogarle que parara de llorar...

¿Por qué?

Apretó fuerte sus puños, sus dientes rechinaron con enojo hacia él mismo, su alma le reprocha sus actos del pasado. Si tuviera que matar a alguien por hacerla sufrir, sería a él mismo, pues pese a todos sus problemas aún no olvida al calvario que le provocó a ella en aquel entonces.

—¿Eh?—

Enhorabuena, la ve tomar el menú, parece indecisa sobre lo que debe pedir, la mira sonreír un breve momento casi como un destello de sol. Entonces es cuando tiene la mejor idea, una en la que podrá hacerla feliz por un momento...

—Solo espera ahí, princesa—

Lo Que Debió Haber SidoWhere stories live. Discover now