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Un día antes...

El neurólogo James Castel estaba trabajando en un macabro proyecto. Ya no podía dedicarse a su proyecto enfocado en el bien común, ahora se había vuelto en un plan de esclavitud, de control mental. Después de varias horas de ajustes en el VRM, el neurólogo por fin logró aplicar un nuevo control interno: a través de ondas vibratorias a un nivel de frecuencia más bajo, las personas que adquirieran el producto quedarían encerradas en una cárcel mental.

Un hombre alto con bata y rasgos asiáticos entró a la habitación en la que se encontraba Castel; se dirigía hacia él con aires de superioridad.

—Permítame presentarme, doctor Castel, soy Pierre Blue, el creador del VRM.

El neurólogo volteó con un gesto de disgusto y estrechó la mano del recién llegado.

—Veo que está muy ocupado en nuestro brillante plan — sonrió con sarcasmo.

Castel se giró de nuevo luciendo esta vez un gesto de disgusto.

—Oh, vamos, doctor, no me irá a decir que no está de acuerdo —rió—. Yo me vuelvo millonario y tengo un convenio con la CIA.

—Usted solo quiere asegurar su futuro. ¿Y dónde quedan las demás personas? —preguntó.

—En su mundo virtual.

—¡Es usted un desgraciado!

— Vamos, dormir a la humanidad no es nada del otro mundo. Ya está muy dormida de por sí con tantas cosas materiales, publicidad, entretenimiento... solo que de manera inconsciente. Yo lo único que voy a hacer es dormirlos profundamente.

—Pero mediante la esclavitud.

—La humanidad es muy controlable y dócil. Son como borregos y necesitan de alguien superior que les diga qué hacer —comentó saliendo de la habitación para que continuara con su tarea.

Cuando James terminó de modificar el VRM, se aseguró de agregar una nueva regla al juego: el usuario que lograra llegar al último nivel tendría la oportunidad de rescatar a la humanidad. El único problema era que también debería portar el VRM modificado; sabía que sería prácticamente improbable ya que los agentes se quedarían con el aparato.

El neurólogo pasaba las noches en un angosto y frío cuarto donde dormía sobre una dura cama. El tiempo pasaba muy lento para él, ya habían dado las 2 am cuando decidió hacer algo al respecto: se levantó, se dirigió a la puerta e intentó abrirla. Sin embargo, contaba con un sistema especial de apertura con huella digital para la que él no estaba autorizado. Tras varios intentos al final dio con una muy posible solución: atraer a un guardia mediante ruidos e interceptarlo. La idea parecía difícil, pero con un poco de esfuerzo probablemente lo lograría. En la habitación no había apenas nada, sin embargo junto a la cama había una mesita de noche con su lámpara y al lado había analgésicos, anestesia local y una jeringa previamente usada.

«Seguramente esto fue lo que usaron conmigo para traerme hasta aquí, pero ¿por qué dejar todos estos medicamentos y utensilios justo al lado de mi cama?».

El neurólogo no encontraba sentido a la situación en la que se hallaba. Le sorprendía estar en una base de inteligencia en la cual a detalles tan importantes no les prestaban atención. Se acercó a la mesita de noche y revisó que efectivamente fuera lo que creía. Sostuvo el frasquito y lo agitó; lo abrió y se dio cuenta de que estaba casi vacío; no le serviría de nada si quería dormir a un guardia. Dejó el frasco donde estaba, y tomó la caja de analgésicos. Ya que no podía adormecer al guardia mediante anestesia local, tendría que recurrir a las cápsulas, echaría el polvo en el frasco de anestesia local, añadiría un poco de agua y lo agitaría. La caja contenía cinco cápsulas por si sufría alguna migraña después de trabajar muchas horas seguidas. Se trataba de unos analgésicos muy fuertes, tanto que lo dejaban ligeramente aturdido. Tomó el frasco de anestesia local, abrió los cinco analgésicos que quedaban y echó el polvo dentro de él; seguidamente lo mezcló con un poco de su agua y agitó bien el frasco para mezclar las dos sustancias. Introdujo la mezcla en la jeringa, y comenzó a hacer ruido rascando la base de metal de su cama. No tardó mucho en llegar un guardia vestido completamente de negro, con una metralleta entre las manos y un casco de metal.

VIRTUALWhere stories live. Discover now