Capítulo 31

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-Narrador.

El estridente sonido que causan las llaves al impactar la delicada mesa de cristal es lo suficientemente audible como para que las personas de servicio se acerquen a ver si ha ocurrido un incidente.

Por suerte, la mesa no ha resultado ser tan delicada y no ha recibido ningún daño aún con el fuerte impacto.

Arroja el resto de sus cosas al sillón y de inmediato se dirige a las escaleras para subir al segundo piso que es donde, le han indicado, se encuentra su familia. Sus pasos son rápidos pero algo torpes. En tres ocasiones se ve a punto de resbalar debido a la falta de cuidado que tiene al subir las escaleras. Su evidente desesperación preocupa a las empleadas ya que parece no tener ni la más mínima preocupación en que puede lastimarse si resbala y cae por las escaleras.

Y están en lo cierto pues en ese momento por su mente sólo ronda una cosa.

Sus pensamientos son bastantes variados pues por un lado se encuentra preocupado por su hijo mientras que por el otro se encuentra preocupado por su empresa y los desfalcos que se han descubierto en ella. No quiere pensar más en lo segundo pues sabe que ha cometido un error al poner a la disquera por encima de su hijo, aún cuando se supone que su pequeño debe ser siempre lo más importante para él.

Está cien por ciento seguro de que Joaquín nunca haría lo que él sí hizo.

Al encontrarse ya en el pasillo de las habitaciones, rápidamente se acerca a la puerta perteneciente a la recámara donde su hijo y su 'pareja' se han estado quedando estos días, se toma unos momentos para respirar, recuperar el aire que perdió en el camino y calmar sus nervios para no echar a perder aún más las cosas. Con la mente clara y el arrepentimiento plasmado en su rostro, se anima a tomar el pomo de la puerta para abrirla y enfrentar su realidad.

Más en ese mismo momento, la puerta es abierta desde adentro y su 'pareja' es quién se muestra frente a él.

Joaquín no puede evitar fruncir el ceño al ver a Emilio parado justo frente a la habitación cuando abre la puerta. Aún con la expresión de molestia en su rostro y el enojo en todo su sistema, usa toda su fuerza de voluntad para no comenzar a gritarle ahí mismo al mayor. Su hijo acaba de conciliar el sueño después de haber estado llorando durante diez minutos y no desea despertarlo.

Emilio: Joaquín... —intenta excusarse más es de inmediato interrumpido por el menor—

Joaco: Vamos a hablar abajo que Alex está dormido —dice para después comenzar su camino sin dirigirle si quiera una mirada a su contrario—

Ambos bajan las escaleras en completo silencio. Joaquín simple y sencillamente está luchando contra si mismo para no comenzar a reprocharle a Emilio lo que hizo, mientras que su contrario está sumido en sus pensamientos buscando las palabras correctas para disculparse por su falta y sus palabras.

Joaco: ¿Y bien? ¿qué vas a decirme? —pregunta sentándose en el sofá individual— hiciste llorar a mi hijo y bien sabías que desde un principio te dije que no quería que lo hicieras.

Emilio: Lo siento, en verdad siento haber dejado a Alex esperándome por horas y lo que te dije a ti por teléfono. No estaba pensando, al terminar la entrevista fuí a dejar al chico a la disquera y de ahí planeaba regresarme a la casa; pero Gabriela me contó lo que había pasado cuando fuí por las llaves de mi coche, ella llevaba mucho tiempo con sospechas de que estaba faltando dinero pero como hasta ahora encontraron al culpable, hasta ahora me lo dijo. Quise quedarme a ayudarla a ver cuánto dinero se había perdido y cuáles proyectos debíamos atrasar hasta recuperarnos, estaba estresado, tu llamada me tomó por sorpresa y en esos momentos simplemente no estaba pensando en nada más que salvar los proyectos.

Última OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora