Capítulo 52

2.3K 173 24
                                    

-Damián Solís.

Realmente los niveles de astucia, terquedad y avaricia de Raúl, me sorprenden mucho más de lo debido. Los métodos tan bajos que utiliza para conseguir lo que desea, me producen una rabia inimaginable y un asco inmenso hacía su persona.

Sí, yo también he cometido los mismos errores, Raúl y yo somos parecidos debido a que ambos quisimos buscar una salida fácil a nuestros problemas, los dos intentamos aprovecharnos de Emilio sin tomarle la debida importancia a su sentir y el daño que podíamos causar a su alrededor ante nuestras egoístas intenciones.

Él y yo en parte somos iguales, sin embargo, yo me di cuenta de lo mal que había actuado y decidí remediar mis acciones de inmediato.

Yo, a diferencia de él, únicamente buscaba salvaguardar la identidad de mi hijo y asegurarle la vida que yo me veía incapaz de darle, sólo quería mantener a mi Matías en un ambiente seguro y lejos de toda la mierda que me rodeaba en esos momentos. Yo sólo quería asegurarme de que ese maldito nunca pudiera quitarme a mi hijo, mientras que Raúl sólo ansiaba apoderarse de todo lo perteneciente a Emilio.

Él sólo buscaba hacerse dueño de la inmensa fortuna que Osorio había logrado crear durante todos estos años y, quién sabe, a lo mejor también buscaba adueñarse de la de Joaquín.

Realmente Raúl es alguien a quién la avaricia ha hecho llegar tan lejos, sólo por el intento de conseguir lo que más desea en esta vida: Dinero y poder.

Damián: ¡¿Qué mierdas estás haciendo?! —grito con enojo y horror ante la desagradable escena que mis ojos presencian de primera mano—

Un Raúl completamente cuerdo, sentado sobre el regazo de un Emilio profundamente dormido -o drogado-.

Después de que me asegure que los niños se quedarían en la primera planta y no se acercarían por nada del mundo a las escaleras, fue que yo me dispuse a subir hacia el segundo piso para encarar finalmente una difícil situación que para todos era impredecible.

Porque yo no sabía ni podía imaginar la escena que me encontraría al ubicar a ambos hombres que minutos atrás se habían perdido entre la segunda planta de la inmensa casa.

Al subir, inmediatamente me dispuse a revisar cada una de las habitaciones y puertas que se interpusieran en mi paso, hasta poder dar con el paradero uno de ellos -o el de los dos-.

Dicho paradero no fue nada más que una suite que se encuentra ubicada a escasos pasos se la habitación de Alex.

Un par de extraños ruidos provenían de la habitación por lo que no me fue difícil dar con el paradero de ambos chicos. La puerta entreabierta ayudó a qué los sonidos fueran más claros y mi curiosa vista pudiera confirmar si es que los dos adultos se encontraban dentro de dicha habitación. Mis rezos se concentraron más que nada en pedir por no encontrarme en una situación incómoda o alguna que pudiera llegar a considerarse traumática.

Todos mis rezos se centraron en dichos pedidos, pero al final pude confirmar que estos de nada sirvieron: Ya que la situación que mis ojos presenciaron no dejó lugar alguno a dudas o explicaciones.

Raúl estaba encima de Emilio y eso era más que claro.

Raúl: ¿Que haces tú aquí? —pregunta con enojo debido a que yo entré a separarlo violentamente de Emilio— ¡Tú no puedes pasar a esta casa!

Última OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora