Abre los ojos

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Cuando Yannick entró en la habitación donde mantenían a la niña Grallet, su corazón se saltó un latido y su estómago se hundió ferozmente en su abdomen, en un sentimiento de culpa.

Después de que la encerraran en una de las habitaciones de prueba y trajeran al Doctor que reemplazaría a Grallet, Yannick había tomado a Lillian por el codo y la había hecho detenerse a mitad del pasillo.

Lillian lo había mirado con fastidio, frunciendo el ceño y había hablado antes de que él pudiera hacerlo primero.

-Conozco esa mirada, no empieces con tus sentimientos débiles y estúpidos, no ahora cuando la balanza está a nuestro favor -

Palabras duras para una mujer dura,  como lo era ella.

-No podemos dejar que la asesine, Li - rebatió Yannick, impidiendo que ella le arrebatara la poca pisca de consciencia que le quedaba - Es sólo una niña -

Lillian sonrió. Era la sonrisa de una serpiente.

-¿Qué diferencia hay entre ella y todos los demás humanos que han muerto durante el despertar, huh?-

Yannick presionó los labios con fuerza.

No la había, Lillian tenía razón y él lo sabía, tantas muertes empezaban a pesarle en la cabeza, pero seguía diciéndose a sí mismo que la evolución tiene un precio e incluso en la naturaleza existe la selección natural.

-Si Bastian tiene éxito, ese niño necesitará de su madre -

Una excusa pobre ¿Por qué no podía haber dicho lo que en verdad sentía?

¿Por qué no podía hablar con libertad frente a su propia novia?

Lillian rodó los ojos y lo miró cruelmente. ¿Y dónde estaba la Lillian a la que había conquistado en un café años atrás? ¿Dónde estaba la Lillian que él conocía?

- Sabías cuál era el plan desde el principio, no seas un imbécil y apégate a él-

Ella intentó irse, pero Yannick volvió a obligarla a mirarlo, su mano apretando con más fuerza su codo, le sorprendió un poco que ella no se quejara.

-¿Qué pasó en el campamento, Lillian?- el tono de voz de amor con el que solía hablarle se había esfumado - ¿Por qué no trajeron a ningún humano con ustedes para el despertar? -

Un destello de culpa se vio reflejado en sus ojos, pero duró apenas un par de segundos.

-Tú sabes porqué, no nos sirven como soldados si no estuvieron de nuestra parte desde un principio - mintió, tan fácilmente, se dio cuenta Yannick.

Pero él se aferró al recuerdo de la Lillian de antes, no la del ahora. Tantos años juntos no eran fáciles de olvidar.

Él no podía olvidar, pero ¿Quería hacerlo?

-¿Y entonces, por qué no hay ningún sirviente nuevo en el recinto? -

Yannick, estúpidamente, realmente esperaba que Lillian no estuviera tan poseída por el poder y la crueldad. Que un resquicio de la personalidad encantadora que ella tenía aún estuviera presente.

Pero entonces, Lillian le dio esa mirada, la mirada que le decía que ella lo veía cómo un estúpido y un superior débil. Y tal vez él lo fuera, y era por ello que Bastian lo había dejado a cargo de Altiorem y no le había permitido acompañarlo a Piedra Azul.

Pero si ser débil significaba tener un poco de compasión y conservar algo de su humanidad, no estaba seguro de querer cambiar por ella o por nadie más.

ALMAS DE ACERODonde viven las historias. Descúbrelo ahora