Lamentos

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Mi abuela materna cuenta que cuando ella era joven y se acababa de casar con mi abuelo, vivían en una casa alejada en el cerro. Cuando mi tío, quien fue su primer hijo era sólo un bebé, mi abuelo solía ir por temporadas a trabajar a diferentes estados, como Nayarit o Nuevo León y algunas veces a Estados Unidos.

Una noche, mientras él regresaba de un viaje, iba cruzando cerca de un arroyo, el cual era muy extenso, venía desde el cerro donde se ubicaba la casa de mis abuelos. Mientras caminaba, comenzó a escuchar los lamentos de una mujer, acompañados por el llanto de un bebé.

Al estar tan cerca de su casa, él creyó que podría tratarse de su esposa e hijo, que algo podía estarles pasando, así que comenzó a correr, siguiendo aquellos llantos por el arroyo. Mientras más avanzaba y se adentraba en el cerro, tratando de encontrarlos, gritaba el nombre de mi abuela, sin recibir ninguna respuesta. El siguió aquel llanto a través de la noche, pero cada vez parecía que se alejaba más y más de donde se encontraba su casa.

Era como si esos sonidos trataran de llevarlo a algún lugar recóndito del cerro, mi abuelo sintió un mal presentimiento, acompañado de un inmenso miedo y supo que no debía estar allí. Así que decidió regresar e ir a su casa.

Al llegar, encontró a mi abuela en la casa y le preguntó si ella había escuchado aquel lamento, a lo que ella respondió que no. Y que ella había estado allí todo el día. Mi abuelo sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo y le contó a mi abuela lo que había ocurrido. Preguntándose a quien o que podrían haberle pertenecido aquellos lamentos.

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