Renuncio a ti

10.6K 591 260
                                    

Me monté en el asiento trasero buscando el cambio necesario para protegerme. Grace entró después de mí y enseguida la siguió Brandon. Él estaba feliz y en el fondo me alegraba su felicidad, pero iba más allá de él. Iba más allá de lo que quisiera sentir y supongo que el hecho de saber que a partir de ese instante Grace ya no estaría bajo mi protección, era doloroso. No dejaría de cuidarla, pero ya no era una niña. Aceptó estar con Brandon y verlos tomarse de las manos me estaba quemando.

Me puse los auriculares porque no quería compartir la música del carro. No quería compartir el aire y eso era imposible, pero sí que era tangible desconectarme de todos. Me recosté de la ventanilla perdiéndome en el paisaje. Sabía que era lo correcto, pero no se sentía como tal. Hice la promesa de no volver a mirar hacia ellos. Podían besarse, hacer lo que quisieran, pero yo no iba a observarlo.

De pronto, Grace, me quitó uno de mis audífonos de la oreja y se lo puso. Volteé a verla con una mirada asesina. Necesitaba que se apartara, que le diera su tiempo a Brandon y me dejara en paz. Pude sentir la suavidad de su mano cuando se entrelazó con la mía. Ella no era de pedir permisos, desde niña había sigo segura, pero únicamente conmigo. Hacía siempre lo que sentía, pero eso no pasaba con nadie del exterior.

Tragué hondo antes de soltarme de su mano. Ella volvió a cogerla de nuevo  y esta vez movió mi brazo para ponerlo sobre sus hombros y recostarse de mí.

—Si gustas puedes acostarte en mis piernas, no tengo sueño y K parece estar cansada, es probable que necesite descansar —intervino Brandon, mirándome con una sonrisa que parecía sincera y yo le torcí los ojos con una naturalidad que hubiese querido no tener.

—Charter descansa mejor cuando me tiene encima, aunque le cueste aceptarlo —Y allí estábamos, Grace acomodándose en mi cuello y tomando mi iphone para cambiar la canción. Brandon volteando hacia la ventana, Ashley jugando desde su móvil cualquiera de los mil juegos que amaba y que la mantenían absorta de la realidad y Candace sonriéndome.

Ni siquiera sé por qué mi mejor amiga insistía en nosotras. Grace ya no me necesitaba ni era una niña. No sé por qué seguís dándome felicidad sentir su respiración o por qué no podía apartarla. Tenía que decirle que durmiera sobre su novio, pero eso jamás saldría de mi boca.  A los pocos minutos sentí su baba y escuché a Brandon decirme que la acostáramos.

—Está dormida y está cómoda, no vamos a moverla.

—¿Vas a pasar seis horas en esa posición? Creo que para cuando lleguemos necesitarás un masaje —contestó Brandon.

—Y seguro Grace se lo da. ¿Para qué son las hermanas? —Candace apeló al sarcasmo y no iba a perder mi tiempo con ella. Luego hablaríamos de ese tipo de comentarios y lo inadecuado que eran.

—Estoy bien, y Grace está bien, trata de dormir y preocúpate por tu comodidad —intenté no sonar pedante, pero era difícil después de lo que había visto.

Cuando bajamos del hotel, Brandon la esperó con cierta impaciencia. Ella le dio la respuesta que necesitaba y yo quise no mirarlos, pero me forcé a hacerlo. Le dio ese "sí quiero" que durante tantos años le había negado. Quise no oír a la voz insistente que me decía que no le pertenecía. Esa voz que desde niña estuvo insistiendo en que Grace era mía. Miré un beso que duró mucho. Y no sé si alguna vez han sentido la necesidad de llorar. De llorar por horas sin que nadie los vea. De llorar hasta que se vaya el dolor, si es que acaso se va. Yo necesitaba hacerlo y para eso, tenía que volver a casa.

Algunos están destinados a no ser, otros a acompañarse durante toda la vida. Qué lástima que no pudiera amarla como yo. Qué triste que no supiera que odiaba comer la comida caliente, que le gustaba hablarle a las plantas, que no se sentía cómoda cuando le preguntaban sobre ella misma. Que prefería escuchar a otros antes de ser el centro de atención. Él no sabía que Grace no nació para ser un ama de casa. Que nunca aprendió a amarrar el nudo de una corbata, que no se maquilla, pero aprendió a maquillar para maquillarme a mí. Él no sabía  amarla. Brandon no tenía idea de cómo calmar sus ataques de ansiedad. Él admiraba el color de sus ojos, pero no sabía leerlos. No entendía que iba más del color gris. Que cuando estaban oscuros era por miedo. Que cuando brillaban no era de emoción, sino de nostalgia. Nunca iba a comprender que cuando te miraba por largo tiempo, tenía una conversación en su mente. Una que jamás diría en voz alta, porque Grace era lo que callaba. Y yo aprendí a leer sus silencios. A enamorarme hasta de su debilidad. La amaba más que Brandon, pero supongo que no siempre compartes tu vida con la persona que más te ama.

Siempre vuelvo a ti Donde viven las historias. Descúbrelo ahora