POV Grace

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Mi nombre es Grace, tengo 17 años. Selene piensa que no debo solo escribir mis pesadillas. Dice que parte de mi realidad es importante. Quiere que le cuente lo que pasa conmigo para poder ayudarme. (Selene es una maestra personal que tengo). Es que, creo que la verdad soy como una especie de bicho raro. O eso dicen los que están cerca de mí. Excepto, Katherine, mi hermana. He querido ir al doctor, pero mi padre dice que no va a mandarme a un loquero, que no hay necesidad. A veces siento lo opuesto y no hay sitio donde pueda esconderme, porque creo que el problema está en mí.

Desde que perdí a mi madre a los 7 años, también perdí a mi familia. A mis tías, a mis primos, a mi abuelo del que ahora apenas recuerdo poco, pero sé que me quería. Me trataban como si fuera un tesoro y luego, mi vida dio un giro violento. Me llevaron muy lejos con Alejandro, señor que me dio la vida y en mis primeros años, apenas vi dos veces. Nunca me gustó y cada vez que está cerca siento una punzada en el pecho. Andrea (su esposa), aunque es amable, me quita la respiración cuando tiene gestos afectivos o me toca, creo que ha entendido que debe mantenerse lejos. Con ambos soy amable, pero... verán, desde que llegué al frío casi perpetuo de Inglaterra, Katherine ha sido mi sol.

Katherine es tierna (aunque no lo parece), a las personas les da miedo acercársele. Tiene distancia con casi todos. Nació para ser líder, le obedecen con solo hablar. Siempre tiene lo que quiere y es muy distinto cómo se comporta con otros a cómo se comporta conmigo.

Ella es unos años mayor que yo, pero a veces se cree que me lleva una década. Es responsable conmigo, pero no con su vida. Sonríe cuando yo sonrío y detesta la avena. He intentado que sea vegetariana, pero ama las carnes. Puede comer muchísimo y parece insaciable. No sé por qué les cuento esto, es innecesario. Lo que sí debo decirles es que desde que la vi y me agarró de la mano... no sentí miedo. Ella sí podía tocarme y me llevó corriendo y no me asustaba. Tenía tristeza por haber perdido a mi madre, pero su presencia me hacía bien y no sé cómo explicarlo. Es como cuando en un mal día por fin recibes una buena noticia. Katherine Charter es la buena noticia de mi vida.

Con ella es distinto y no hay punzadas. Puedo abrazarla sin que mi cuerpo queme. Puedo contar con su presencia porque la amo más que a mi mamá, (está mal decir esto, debería borrarlo). Amé y amo a mi madre más que a nadie, pero tal vez no son cariños iguales. Katherine ha sido mi hermana mayor, pero en ocasiones, también ha hecho el papel de madre y luego... el de mejor amiga. Yo no lo sé, pero cuando está lejos me quema y se nubla mi mente. Mi pecho quiere explotar y necesito que esté conmigo, aunque a medida que crecemos es más dura, más distante, con más caretas y sobre todo más guapa.

Ella es lo más bonito de la vida, no de la mía, de la vida en general. Si pudieran ver cómo se expresa, o cómo es tan independiente, tan buena, aunque de primera impresión no lo parezca. Cuando cumplió sus 16, a pesar de que reventó su sacó de boxeo a golpes porque estaba molesta con Andrea, la descubrí caminando hacia su madre con el equipo de primeros auxilios. Enseguida la vi llena de ternura y madurez curándole las heridas. Y sí, parece que va de mala, que nada le importa, que nada le duele, pero creo que le duelen tantas cosas que es su manera para no morir del dolor.

Apenas me mudé con ella quiso escapar. Siempre quiere llevarme lejos y sé que es más por mí que por ella. Su misión es protegerme y me envuelve en una cápsula para que nada me lastime y yo hago que no estoy lastimada para que ella sea feliz, aunque sea por verme a mí siéndolo. Sé que podría irse, es mayor de edad, y en su cuenta bancaria tiene lo necesario para empezar su vida, pero ella dice que son solo números y que su vida soy yo.

Y no sé qué es lo que ve en mí, si soy todo un problema. No tengo a nadie excepto a Katherine y me gusta que sea así. Cuando entré al primer instituto llevaba la cabeza abajo. No quería que me vieran. No podía dejar de chuparme el dedo y creían que era estúpida, pero apretar y chupar tan duro y darme pequeños mordiscos hasta sentir dolor... solo eso hacía que el exterior no me colapsara los pulmones. Solamente eso me distraía de lo que estaba sintiendo.

Siempre vuelvo a ti Donde viven las historias. Descúbrelo ahora