Cap 2

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Pasando las semanas, el viaje de Katarina parecía alargarse por cada tramo que tomaban. La asesina se mantenía firme y distanciada del grupo que cabalgaba metros atrás de ella, la noche empezaba a caer sobre ellos y amenazaba con unas nubes grises que ocultaban el cielo estrellado, el segundo al mando se adelantó hacia al frente, estando a la par que ella.

- Deberíamos armar las tiendas ahora, los caballos bajaron el ritmo kilómetros atrás y la noche no nos permitirá ver lo que hay en el bosque más adelante –

Mencionó Edgur, un hombre que sirvió a Noxus por cuarenta años desde que era joven, era fornido, con varias cicatrices en su cuerpo y rostro, tenía un bigote grisáceo en forma de mostacho, única cosa que demostraba su edad avanzada ya que era calvo. Lo que más destacaba de él, o lo que más le llamaba la atención a Katarina, era su ojo ciego derecho, pareciese que fue atacado por una bestia de tres garras que le dejó un ojo blanco de regalo.

- Ustedes descansen, llevaré al patrei y me adelantaré –

El hombre asintió con la cabeza y volvió con la tropa, al fondo del todo, cuatro hombres en caballo escoltaban un carruaje de madera y hierro con algo adentro que era cubierto por una sabana, Katarina se acercó a este y bajó del caballo. Los soldados sacaron la tela dejando ver un animal oscuro de ojos felinos color verdoso brillantes, casi radioactivos. Con un cuerpo delgado, semejante a una pantera de gran tamaño con un hocico de lobo, patas traseras musuclosas con dos garras retractiles, la parte delantera eran patas más flacas, sin garras, pero con almohadillas para un avance sigiloso. La mujer se acercó sin mostrar miedo por más que ese ser movía su cola como péndulo en forma de amenaza, ella solo se inmutó a sacar una cuchilla y pincharse un dedo, lo suficiente para que una gota de sangre saliese y calmara al patrei.

- Conexión lista, sáquenlo –

Edgur dio la orden y los hombres hicieron caso sacándolo de esa jaula.

- Quiero que lo preparen y me den provisiones para seis días, nos veremos en –

Por suerte para la tropa, que no eran más de ochos personas en total, habían aumentado sus provisiones en una de las nox torres, donde también les dieron el patrei.

No pasaron ni cinco minutos y todo estaba listo, se montó sobre la bestia amaestrada y dio la orden para avanzar. Gracias a la musculatura de sus piernas traseras era fácil perderlos de vista, un animal sigiloso y peligroso con fuerza para derribar a quince soldados.

La noxiana y la bestia recorrieron cinco metros hasta toparse con el bosque, donde allí estaría una ciudad ganadera demaciana, allí debería reunirse con su tropa, pero la tormenta se hacía cada vez más fuerte y apenas si dejaba ver un poco de luz que la luna brindaba, con suerte Katarina veía gracias a los rayos que iluminaban el bosque. Pasaron por árboles, raíces que sobresalían de la tierra y sobre piedras resbaladizas. Todo aquello cansaba mentalmente a la mujer, aunque el pantrei llevaba bien la marcha. El frio recorría el cuero mojado de su ropa, y el viento no daba tregua, para suerte de ella pudo divisar luces de antorchas que iluminaban una cabaña. Estaría a un metro de distancia, demasiado cerca, pero los arboles los ocultaban para dejarles ver y no levantar sospecha. Gracias a las antorchas pudo divisar una armadura de color blanca con toques de oro.

- Si hay soldados debe ser por algo...-

Pensó en voz baja mientras que seguía la ruta del soldado, hizo un cruce hasta toparse con otro. Para la asesina era un regalo, si yacían soldados resguardando la cabaña es porque algo o alguien importante estaba ahí. Miró al animal que montaba y planeo un plan.

Pov Lux.

Fue un viaje rápido que tuve desde la provincia hasta esta aldea humilde, gracias a los carruajes y ayuda que tuve con mis escoltas ya estaba descansando en esta cabaña. Quisiera que Garen no haya dado órdenes para protegerme, por suerte ellos se quedan una semana y luego se van, de cierta manera me sentía mal dejarlos afuera en esta horrible tormenta y yo acá sentada leyendo libros manteniendo mi calor por la chimenea encendida. Me levanté de mi escritorio y dejé el libro sobre la cama, deberían ser las dos de la mañana y el sueño ya hacía de las suyas. Como era de costumbre en mí decidí desearles buenas noches a los hombres.

Si las dagas brillasen.Where stories live. Discover now