XXV

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—  Esto será fácil. — Rose empezaba a caminar hacia donde los dos menores se encontraba.

— Claro. — Uno de sus hombres le respondió.

Caminaron un poco más por los grandes pasillos que aquella casa gigante poseía.

Cuando por fin llegaron, ella se detuvo antes de abrir la puerta,  mientras miraba a el otro que le observaba, con su mirada le pido algo.

— Ellos tienen que morir. — Sonrió al momento en el que tomaba el arma.

Y finalmente abrió la puerta.

— Saben... — Río. — Han crecido. — Los miro.

— ¿Quien eres?. — Jung pregunto intentando poner detrás de él a Ji.

— Eso no es importante, lo que en verdad importa es que su maldita vida esta en el filo. — Levantó el arma. — Pero creo que ustedes ameritan ser matados con más honor. — Soltó el arma.

— Nosotros no te hicimos nada. — Ji empezó a llorar.

— Tal vez tu no cariño, pero el. — Señaló a Kook. — El arruinó mi vida desde la primera vez que respiro. — Soltó con enojo. — Por eso merece morir primero. —

Al momento de decir eso se escucharon varios disparos desde la parte de afuera de la habitación, se escuchaban golpes y gritos. Inmediatamente supieron que algo había sucedió.

— No lo creo. — Entonces Jong apareció detrás.

Mucho más antes Chan y Jong se pusieron ropa negra, cubre bocas, no se veía nada mas que sus ojos, no querían que Kook y Min los vieran.

— Hace cuánto no te veo. — Sonrió mientras volteaba.

— Nunca hubiera querido verte. —

Eso le enojo tanto a Rose que sin pensar lo dio una bofetada a Hyun.

— ¡Eres un idiota!. — Grito.

— ¡La idiota eres tu al pensar que el te amaría!. — Chan apareció por detrás.

Todo el odio de Rose se acumuló en todo su ser y sin pensarlo dos veces se lanzó encima de JungKook y empezó a ahorcarlo con sus propias manos sin temer de nada.

Todos se empezaron alertar ante esto e hicieron lucha por detenerla, Kook estaba perdiendo el aire.

Pero cuando menos lo pensaron un disparo de escucho.

Un hombre que era trabajador de Rose había disparado...pero en contra de ella.

Al estar con una bala en ella instantáneamente soltó el cuello de Jung y pudo volver a respirar aunque con pesades.

— ¡Váyanse!. — Grito. — ¡Ahora!. — Volvió a gritar.

Rápidamente Kook y Min se levantaron del suelo mientras eran guiados por Chan y Jong, corrieron hasta donde era la salida.

— Los llevaremos a su casa pero deben prometer que jamás dirán ni una sola palabra sobre esto, si lo hacen podría haber muchos problemas. — Jong hablo.

—¿Entendieron? — Pregunto Chan.

Y los menores sólo asistieron asustados.

Después de esto no paso mucho, se subieron a la gran camioneta y manejaron hasta la casa Park, el silencio abundaba pero tampoco es como si tuvieran mucho que decir.

Amor floreciendoOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz