quinta flor

2.4K 306 53
                                    

Unos días antes de su decimoséptimo cumpleaños, Louis finalmente le volvió a hablar.

Esta vez lo llamó al teléfono de su casa, diciéndole que debían volver a quedar para poder  hablar sobre el proyecto y acabar de aclarar en qué querían enfocarse más específicamente. Harry tuvo que hacerse el desinteresado, pero realmente tenía muchísimas ganas, ya que sabía que aquel día sería cuando por primera vez conocería a la familia de Louis.

—Aunque hoy no podrá ser en mi casa, mi hermana ha invitado a sus amigas y suelen ser bastante molestas. Así que...tendrá que ser en la tuya, si no te importa.

Louis tardó en contestar. Pareció ponerse nervioso de golpe.

—Oh, bueno... —tosió un poco—. V-vale, sí, ningún problema. Tendré que avisar antes a mi familia, pero...sí, puedes venir.

—Bien... ¿me pasas la dirección?

Cuando Louis se la dijo, no tuvo necesidad de apuntarla en ningún sitio. Aún la recordaba a perfección. 

Después de comer salió disparado de su casa y empezó su camino hasta el lugar, el cual no estaba demasiado lejos. La familia de Louis vivía en el barrio alto de la ciudad, a veinte minutos caminando del suyo, una zona que era conocida como la más lujosa por sus chalés con grandes patios, donde solo podían permitirse vivir aquellas familias que trabajaban en alguna empresa importante. En el caso de los Tomlinson, tanto su padre como su madre tenían cargos importantes, uno como dueño de una cadena de restaurantes repartida por todo el país y la otra dueña de una agencia de viajes de marca conocida. Por ello, el dinero nunca les había faltado, y aunque tuvieran sus lujos, siempre intentaban ser lo más humildes posible. Se comportaban como si en realidad no tuvieran el futuro solucionado, y aunque era cierto que vivían en una gran casa a las afueras de la ciudad, tampoco encontraron más opciones, ya que no había muchas casas dentro la ciudad donde pudieran vivir nueve personas y que cada una pudiera tener su espacio personal. 

Su casa era más que espectacular. Dos pisos, ventanas grandes, un patio delantero y otro trasero donde incluso tenían una piscina. Realmente era una de las razones por las cuales Harry sabía que Louis prefería no invitarlo. No porque no lo quisiera en su casa, sino por el miedo de que este, de alguna manera, se hiciera el interesado solo por tener la familia que tenía. No sería la primera vez que le pasaba, ya que recordaba a perfección la historia sobre sus amigos de su antiguo instituto que solo se juntaban con él por los grandes lujos de su familia.

En cuanto llegó, tocó el timbre de fuera, siendo atendido por la voz de una mujer. Poco después le abrieron la puerta delantera, dejando que pudiera entrar a aquel patio decorado con plantas altas y flores de varios colores. Se fijó en cada detalle para rellenar sus recuerdos, caminando hasta la entrada y viendo como la puerta se abría cada vez que estaba más cerca. 

—Hola. Harry, ¿verdad?

—Ja... —se tuvo que detener, tosiendo un poco para disimular—. Sí, soy Harry.

—Soy la madre de Louis, pasa —le dijo en una sonrisa, haciéndose a un lado. Harry finalmente pudo entrar al portal de su casa, donde tenía vista de las escaleras que dirigían al piso de arriba y a la entrada del salón. Apenas pudo fijarse en los cuadros familiares que habían colgados en la pared—. Espera aquí, Louis vendrá en un momento.

Y lo dejó totalmente solo.

Se quedó allí quieto mientras contemplaba cada detalle que tenía a la vista, pensando en lo curioso que se le hacía volver a aquella casa después de tanto tiempo, un lugar que por años había considerado como su segundo hogar. Era triste pensarlo de aquella manera, como un lugar tan importante para él había pasado a ser un lugar prohibido de la noche al día.

memories bring back to youWhere stories live. Discover now