décimo séptima flor

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No podía ser...

Levantó su cuerpo de inmediato, hizo a un lado las mantas que aún cubrían su cuerpo y se levantó de la cama en busca del interruptor de la luz para iluminar su habitación y finalmente poder empezar a observarla con detenimiento, asegurándose de que había vuelto a ser la misma que recordaba; las paredes blancas, el escritorio nuevo, las sábanas de otro color, las cortinas acabadas de estrenar...

Empezó a sentirse ligeramente mareado y tuvo que cerrar sus ojos y respirar profundamente para intentar tranquilizarse. Acto seguido dirigió su mirada a la mesilla de noche, donde pudo ver su teléfono móvil bocabajo. No tardó ni cinco segundos en agarrarlo, desbloquear la pantalla y fijarse en la fecha y la hora que se mostraba.

1 de enero de 2020. Las dos y media de la madrugada.

¿Qué cojones?

Ni siquiera la hizo falta ir hacia el baño para mirarse en el espejo, ya que utilizó la cámara interna de su móvil para asegurarse de que su rostro volvía a ser el mismo. Las ojeras más pronunciadas, algunas arrugas a los lados, su pelo algo mejor cortado, aunque totalmente despeinado.

¿Qué había pasado?

No estaba soñando, cosa que pudo comprobar después de pellizcarse varias veces por diferentes zonas de su cuerpo, sintiendo aquel pequeño escozor en su piel durante cortos segundos. Pero si no era un sueño... ¿cómo había conseguido volver a su presente? Tenía claro que aquello no pasaría, que tendría que volver a vivir su vida y repetir todos y cada uno de los días que le faltaban. Pero...había vuelto. Y no entendía ni cómo ni por qué.

Soltó el aire con fuerza y se sentó en el borde de su cama, apoyando sus codos encima de sus piernas, con sus manos tapando su rostro. ¿Todo lo que había pasado...? Volvió a suspirar y quitó las manos de su cara, fijando su mirada en la nada. ¿Habría sido un sueño? Volver diez años atrás...no tenía demasiada lógica, si lo pensaba. Pero lo había sentido tan real que le parecía imposible que todo lo ocurrido hubiera sido un simple sueño. Había sentido cada palabra, cada tacto... ¿cómo podía ser posible?

Por más que le daba vueltas, no lograba comprenderlo ni encontrarle una lógica, pero sabía que quedándose allí sentado tampoco iba a hacerlo.

Al principio, no supo muy bien qué hacer. Volvió a por su móvil, miró un poco las redes sociales para acabar de comprobar que aquello estaba siendo real y decidió dar una corta vuelta por su casa, dándose cuenta de que realmente todo había vuelto a ser como antes y que aquello tampoco estaba siendo otro sueño.

Necesitó un vaso de agua para, de alguna manera, sentirse más despejado. Se sentó en el comedor y...pensó.

Estuvo varios minutos dándole vueltas al tema, aun sintiéndose algo trastocado por todo lo que había pasado y por lo irreal que le seguía pareciendo. No lograba encontrar una explicación lógica por más que intentara hacerlo y no había nada a lo que pudiera darle sentido, algo que a aquellas alturas ya estaba empezando a provocarle un fuerte dolor de cabeza. Por ello tuvo que cerrar sus ojos y respirar hondo en varias ocasiones para poder calmar sus nervios, intentando disipar aquellos leves golpes que cada vez se hacían más fuertes.

Pasaron varios minutos hasta que se dio cuenta de que allí sentado no conseguiría resolver absolutamente nada. No iba a encontrar respuestas por más preguntas que se hiciera, y si quería hacer algo al respecto necesitaba actuar. En cuanto despejó su mente de todos aquellos pensamientos se levantó de su lugar y caminó con pasos apresurados hasta su habitación. Rápidamente se cambió de ropa, colocándose las primeras prendas de ropa que encontró al abrir su armario, no importándole demasiado la apariencia ya que encima de esta se pondría un abrigo largo que lo cubriría hasta las rodillas. Una vez que se puso los zapatos, cogió sus llaves y salió de casa totalmente decidido. Y aunque sabía que no era una gran decisión, caminó hasta la casa de Louis, a pesar de lo tarde que era y que probablemente estaría dormido. En cuanto llegó saltó la valla por el jardín trasero, por la esquina donde siempre lo hacía, y caminó hasta llegar al balcón de la habitación correcta. Soltó un fuerte suspiro antes de empezar a trepar, sabiendo que sería muchísimo más torpe de lo que ya lo era años atrás. Sus pies sujetándose con las baldosas medio salidas, sus manos agarrando la tubería...

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