octava flor

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Harry no se había sentido tan nervioso en mucho tiempo, pero no podía evitar ponerse de aquella manera al pensar todo lo que se le venía encima en aquellas dos semanas. En el fondo, también se sentía algo histérico, aún sin saber qué era lo que debía hacer. Una parte de él le decía que no debía cambiar nada de aquellos días, mientras que otra parte le decía que no tenía sentido haberse despertado tan atrás en el pasado si aquel cambio que debía hacer no se encontraba en los próximos días.

Supuso que hasta que no llegara el momento, no lo sabría.

Todo empezó un miércoles por la tarde, Louis en casa de Harry como ya se había hecho costumbre. Llevaban una hora en silencio, apenas compartiendo un par de palabras cada quince minutos para poder irse informando entre los dos sobre el progreso del trabajo. Harry se encontraba leyendo algunas páginas web que hablaban sobre el tema de manera más detallada mientras que Louis se había dispuesto a hacer el boceto para la parte práctica, no dejando que Harry lo viera hasta que finalmente estuviera acabado.

—¡Listo! —exclamó Louis de un momento a otro, sacando a Harry de su nube de concentración.

Alzó su mirada antes de hablar, mirando a Louis directamente.

—¿Me lo dejarás ver ya? —preguntó.

Louis sonrió y asintió con la cabeza, acto seguido entregándole aquel folio a su compañero.

Harry tuvo que fingir no estar maravillado, mordiéndose los labios lo más fuerte que pudo para evitar sonreír de la manera en la que lo quería hacer. Aquel dibujo era precioso, y no podía parar de pensar todo lo que significó, en el recuerdo de sus manos llenas de pintura plasmando aquel dibujo en el cuerpo de Louis; los besos, las caricias y todas las palabras compartidas, lo mágico que fue aquel día.

—¿Te gusta?

Harry tuvo que volver a la realidad.

—Es precioso —admitió. Tosió un poco antes de seguir hablando, sabiendo lo que se venía. De alguna manera supo que tenía que provocar aquel pequeño desastre—. Me voy a divertir mucho pintando esto en Jesica...

—¿Qué?

Silencio.

Harry tragó saliva. Se sintió tenso, pero por supuesto tuvo que fingir estar totalmente desentendido de la situación.

—Ya sabes, lo que quedamos, ¿no? Tú hacías el boceto y yo me ocupaba de la parte física —dijo entre suaves risas, sabiendo que en su momento se hizo mucho el chulo, pero en aquel entonces sintiéndose nervioso por la reacción del otro.

Louis frunció el ceño.

—No estarás pensando en pintar MI boceto en una chica cualquiera.

—Es exactamente lo que estoy pensando. ¿Qué pasa con ello? ¿No era lo que habíamos quedado?

—No —dijo totalmente seco.

Sus expresiones mostraban seriedad. Probablemente se estaba aguantando muchísimas cosas que decir.

—Pero... ¿por qué no? ¿Qué tiene de malo?

Louis no dijo nada. No se atrevió a decir qué era lo que veía mal en todo aquello.

—Nada —dijo entonces, quitándole el folio de las manos de Harry y levantándose de su sitio para empezar a guardar sus cosas.

Harry frunció su ceño.

—¿Qué haces?

—Me voy.

—¿Pero no habíamos quedado hasta las siete?

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