23

4.7K 779 52
                                    

Park SeongHwa no era del todo libre, pero al menos comparado con su mejor amigo MinGi, quien era el mismo príncipe del país, podía salir del castillo y sus terrenos. Eso no quería decir que estuviera contento de ayudar al alfa con el tema de YunHo… o sea, no es que no quisiera ayudarlos, pero sí le daba miedo las consecuencias de hacerlo. Durante toda su vida tuvo que hacer de espía del muchacho, ganándose un montón de retos de parte de su padre e incluso del rey. Sin embargo, antes de obedecer al reino o a su propia familia, SeongHwa le debía lealtad a Song MinGi, después de todo sería su consejero una vez este asumiera como rey, y no tenía la más mínima intención de rechazar la oferta.

De todos modos estas investigaciones raras y misiones ordenadas por su amigo resultaban ser una prueba para él, una demostración de su total disposición al príncipe. Hablando en serio, si tenía que morir por MinGi, lo haría sin chistar, así como su padre lo haría por el rey y la reina: habían nacido para eso.

En serio que SeongHwa no era del todo libre. 

Así que allí estaba en pleno anochecer caminando tranquilamente por una de las calles cercanas a los terrenos del rey, buscando entre un montón de casitas pequeñas pero elegantes una en particular. SeongHwa averiguó del mismo MinGi la forma de acceder a la información necesaria que podría solucionar todo el conflicto entre los príncipes, ya que él también, por su propia cuenta, no consiguió nada.

Al fin llegó a la casa que necesitaba: de dos pisos y pintada totalmente de blanco, tenía un montón de plantas en el pequeño jardín sin protección. SeongHwa notó que la luz del interior estaba encendida y suspiró aliviado. Ahora sólo faltaba la parte más difícil, sacar información de la persona que se encontraba adentro, al parecer, viendo televisión. Su oído de lobo le permitió escuchar desde el interior el ruido de un dorama que su madre solía ver, y que al parecer causaba sensación entre los omegas del país. 

Tocó el timbre de la puerta una sola vez y arregló su ya perfecta camisa blanca. También observó sus zapatos, perfectamente lustrados, y arreglo su cabello levemente desordenado por el viento. 

No fue coincidencia que al abrirse la puerta un olor a cereza invadiera la nariz y la mente de SeongHwa, quien se encontró frente a frente con un omega de rostro familiar. Claro, ese fuerte aroma también era conocido por el alfa, pues a quien debía hacerle las preguntas, por todos los cielos, era precisamente el joven que se había sentado al lado suyo en el matrimonio del príncipe.

De estatura baja, delgado, rostro de rasgos finos y cabello muy rubio, el omega lo miró de arriba a abajo como si fuera un criminal, frunciendo el ceño y con un mohín de disgusto. Vestía un overol de mezclilla con una camiseta tipo crop top que dejaba ver a los lados parte de su cintura, y entre su hombro y cuello, SeongHwa notó una marca horrible y que causó un extraño dolor en sus colmillos.

—Oh por dios —exclamó el omega—, ¿Qué demonios hace usted aquí?

SeongHwa forzó una sonrisa que ocultó su desagrado. Todo esto lo hacía por MinGi, debía pensar en eso y no perder los estribos. Sí, ese omega era muy desagradable, pero él tenía una paciencia envidiable heredada por todos los Park.

—Un omega no debería decir esas palabras tan feas —dIjo pausadamente y luego hizo una reverencia.

El omega bufó de forma altanera y se apoyó del borde de la entrada.

—Yo digo lo que me dé la jodida gana —contestó cruzándose de brazos—. ¿Qué quiere? ¿Viene a estropear mi ropa otra vez?

SeongHwa tragó saliva costosamente.

—Vengo por órdenes del príncipe —ignoró su pregunta—. ¿Es usted Kim HongJoong?

El hombre pareció bajar su animadversión inicial hacia SeongHwa, porque su ceño se suavizó, y su gesto adquirió un semblante más curioso.

IDEAL [yungi]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt