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El gran día de MinGi  había llegado… bueno, no. La coronación todavía no era, pero sí el gran día del anuncio del rey actual, su padre. Y como siempre apegado a hacerlo en fechas importantes, pues el hombre eligió el veintitrés de marzo para hacerlo, ahora que el príncipe YunHo estaba de cumpleaños. Mencionó el monarca mientras cenaban días atrás que todo era simbólico, que esto preveía un éxito para el próximo reinado.

Así que esa mañana vestía un elegante traje gris que la asesora MinJi había elegido para él, pues YunHo le dio un descanso a HongJoong en tan importante fecha. Bueno, el alfa no era nadie para juzgar las decisiones de su esposo, pero esperaba que al menos se sintiera cómodo con la ropa que Kim MinJi escogiera para en un momento tan trascendental para los dos.

Por cierto, YunHo seguro estaba casi listo, así que en vez de esperarlo en el salón para partir junto a los reyes al lugar en donde se haría el anuncio de forma oficial, como hacía antes de tener una relación con él, prefirió ir a su habitación a buscarlo. Al llegar tocó la puerta antes de entrar, pues tenía la costumbre de siempre hacerlo, y después entró cerrándola tras él. 

Creyó que el joven estaría acompañado de MinJi aún, pero la asesora ya había abandonado el lugar, sin embargo en la cama había un montón de ropa lujosa y la puerta del armario enorme estaba abierta, además, se podía escuchar a alguien adentro.

—¿YunHo hyung? —lo llamó intrigado— ¿Ya estás listo? Te estoy esperando.

YunHo exclamó un apresurado "¡ya voy!" y movió algo allí adentro, lo más probable que ropa. MinGi no quiso entrar para dejarse sorprender por el oufit de su marido, así que se sentó en la silla del tocador, tanteando sus propios muslos con la punta de los dedos como si estuviera tocando el piano.

—¡Aish! —chilló YunHo desde dentro, incómodo.

—¿Pasa algo, hyung?

YunHo al fin se asomó por la puerta del armario dejando casi todo su cuerpo dentro. Tenía el pelo peinado hacia atrás y un maquillaje oscuro en sus ojos, aunque a MinGi le extrañó darse cuenta de que el omega no llevaba ninguna camiseta o túnica, o cualquier cosa puesta en la zona superior.

—Yo… no me gusta la ropa de la asesora y estoy eligiendo por mi cuenta —explicó YunHo con una expresión afligida. 

—Vaya, ¿En serio? —MinGi abrió mucho sus pequeños ojos.

—Es que… es horrible, no me gusta —se quejó el mayor—. Es esa cosa rosada que está encima de la cama.

MinGi de inmediato fue a analizar la tela, que en efecto, se hallaba encima de todos los otros trajes: era de distintos tonos rosas, una parte transparente en la zona alta de la espalda, y con brillos en el cuello: claramente tenía una estética cuestionable.

—¿Necesitas al asesor? Puedo ordenarle a alguien que vaya a buscarlo o decirle a SeongHwa, él sabe dónde vive.

—¡No! Yo puedo solo, y no quiero molestar a tu amigo —contestó YunHo apresurado— aunque lo merece por arruinar citas… oh, tú puedes ayudarme. Ya elegí los pantalones y zapatos, pero no estoy convencido de la parte de arriba.

—Mmm… está bien —aceptó el alfa— ven acá para ver tus pantalones.

YunHo, como el omega obediente que debía ser (y que honestamente a veces no era), salió del armario (en el sentido literal, se entiende) y caminó torpemente hasta que MinGi pudo ver su elección. 

Frente al cuerpo de su esposo omega, quien lucía un pantalón rojo oscuro, zapatos negros con un broche plateado, y su torso delgado desnudo mostrándose ante él, Song MinGi, el príncipe alfa de Corea del Sur, sentado la silla del tocador llegó a dos conclusiones:

La primera, era que cualquier cosa que usara YunHo iba a quedarle bien.

La segunda, era que YunHo era su pareja destinada y quería morderlo.

Bueno, en realidad de lo segundo se había dado cuenta la primera vez que le hizo el amor, en la misma cama que tenía al frente y que no podía ver del todo porque la imponente imagen de YunHo se erguía. Él en ese momento de éxtasis sintió tal conexión con su amado que supo en ese instante que le pertenecía en todos los aspectos. Y todas las otras veces que volvieron a hacerlo (bastantes, cabe aclarar) tuvo que contenerse de forma terrible para no morderlo. Incluso ahora lo hacía, mientras veía su clavícula y cuello tan expuestos.

—No me mires así que me pones nervioso —soltó de repente YunHo, sacándolo de sus deseos licántropos.

—Acércate —ordenó MinGi sin poder controlarse.

YunHo se rió raro, como si estuviera nervioso y emocionado al mismo tiempo.

—No podemos hacer nada a esta hora, lobo sucio.

—No lo haremos, pero siéntate en mi regazo un momento, ¿sí?

—Espérame, debo vestirme… 

—No, así —exigió MinGi indicándole que se acercara haciendo un ademán con la mano.

—Aish —se quejó YunHo, pero tal como su alfa le dijo, obedeció. Era raro ver a un hombre tan alto sentado en el regazo del otro, pero ellos se acoplaban muy bien. MinGi deslizó una mano sobre su cintura posesivamente, y YunHo, sin mirarlo aún, todavía tenía esa risita pegada.

—Quería decirte algo —murmuró MinGi con un tono íntimo.

—¿Eh? —dijo YunHo con su voz muy aguda.

—Te ves bien con cualquier cosa para mí, ¿lo sabías?

—¿Es esa una excusa para no ayudarme a elegir porque no sabes de moda? —se quejó YunHo casi temblando.

—Tú tampoco sabes de moda, cachorro —indicó MinGi, riéndose.

YunHo, superado por el pudor, se tapó la cara con ambas manos.

—No me digas cachorro —se quejó en un tono adorable que indicaba todo lo contrario.

—Ya, eres una ternurita… ¿porqué tapas tu cara? No voy a besarte.

—¿No? —el omega se quitó las manos se inmediato mostrando su expresión ofendida, pero al fin se atrevió a mirarlo— ¿Por qué? 

—No quiero arruinar tu maquillaje, te ves bien así.

—¿Y sin maquillaje?

—También, pero no quiero que mi madre se enoje por verte desmaquillado en un anuncio oficial.

—Pero es mi cumpleaños —se quejó YunHo bufando.

MinGi obviamente que había felicitado a su marido muy temprano, y luego del anuncio tendrían una tarde familiar con los Jung, celebrando a YunHo y la futura coronación.

—Lo sé, cachorro —de pronto MinGi tuvo una idea tonta que había visto varias veces por internet y televisión, y que seguro a YunHo le gustaría—. ¡Oh, tengo una idea! —exclamó animado.

—¿Una idea? —repitió YunHo curioso, deslizando una mano por su hombro para abrazarlo cariñosamente.

—Deberías usar una camisa gris igual que la mía, para que nos veamos como esas parejas cursis que combinan entre ellas.

YunHo se quedó pensando en silencio, mirando levemente al techo, y su cuello quedó tan expuesto que MinGi tuvo que esforzarse mucho en no enterrar sus dientes allí. Incluso estuvo a punto de taparse la nariz para no sentir su olor tan cercano e invasivo. Pero él era un alfa que podía contener sus impulsos así que no hizo nada.

—Me gusta —respondió YunHo parándose de sus piernas y yendo rápidamente al armario—. ¡Eso haré! —decidió al fin.

Recién allí, cuando exhaló profusamente, Mingi se dio cuenta de que había contenido su respiración por mucho tiempo.


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A este fic le faltan como 3 o 4 capitulos para terminar :') ¿que les ha parecido hasta el momento? 😞👌

IDEAL [yungi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora