Capítulo 7

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Ingrid hipócrita

Me acerqué a otro pasillo, el cual había entrado cuando fui por los pasadizos secretos, para comprobar si es que existían obviamente. Estaba caminando apresurada, sin que nadie me vea, ya que eso podría ser un problema. A medida que me iba alejando, empecé a sentirme sola, y eso estaba perfecto. Así nadie sabrá de estos pasadizos.

Luego siento que me jalan del cabello, lanzo un gemido de dolor pero más de frustración e intento zafarme.

—Sé que estabas con mi novio a solas en la oficina, zorrita —me dijo una voz que nunca antes había escuchado—. Te lo advierto, aléjate de él si no quieres tener problemas conmigo.

Soltó su agarre. La miré con odio, nunca antes había visto a esta chica. Tenía su cabello rubio y muy largo, tenía un rostro bonito y delicado, y unos ojos verdes grandes. No sabía que Russ tenía novia, pero debería ser una puta narcisista igual que él. O tal vez era yo pensando con rabia, una de las dos.

—Él me citó, lo siento —dije con sarcasmo, y una sonrisa irónica.

Ella golpeó mi cara con su palma. Fue fuerte y dolorosa, escuché su risa patética, intenté golpearla, pero ella fue más rápida y esta vez me había golpeado en mi ojo derecho. Fue más despacio, pero igual me había dolido. Jugué sucio y le di una patada muy fuerte adelante de la pantorrilla. En el hueso que se llama tibia. Y ella no aguantó el dolor y se sentó.

—Estúpida loca, ¡les voy a acusar a todos que intentaste matarme! ¡Zorra!

Decidí no seguir más, ya que estaba perdiendo tiempo, así que la dejé hablando sola y me fui rumbo al pasadizo. Pero ella se había levantado, había corrido hacia mí. Volteé para detenerla, pero fue más rápida y me golpeó tan fuerte con su puño en mi cabeza que no lo había visto venir, y me caí al suelo.

—Y si te vuelves a acercar a él, conejita, te irá peor.

Dicho esto, se fue. Quedé un rato más en el suelo, adolorida pero más enojada. Tenía la nariz sangrando, maldita sea. Ahora como le explicaría eso a Claudia. Me levanté, y corrí a donde estaban los pasadizos, que era caminar unos quince minutos más y luego revisar que no hubiera nadie para meterme. Quedaban literalmente en una pared, levantar algo, y pasar por un agujero pequeño. Y eso hice.

¡Los pasadizos si existían!

No podía creerlo.

Empecé a correr entre esa oscuridad que parecía infinita. Quería llegar lo más rápido posible. Estaban las escaleras, corrí por ellas, hasta llegar al quinto piso. Después habían otras escaleras apartadas, que eran las que tenía que subir para llegar a la habitación de Russ como la primera vez. Y ahí estaba. Todo igual a como lo había visto en el sueño. No. Definitivamente no podía creerlo.

Era imposible de creer que lo haya visualizado tan exacto. Y ahí estaban... Las cadenas. Me acerqué a ellas, las toqué. Eran muy pesadas. Por un momento sentí compasión por él. Por Russ. Si era verdad que lo dejaban así, entonces debe ser horrible para él.

Tal vez yo no estaba loca, tal vez era vidente.

Caminé un poco por la habitación, estaba toda estrictamente ordenada. Y era algo que me impresionaba. Trataba de ver todo con detalles para después contarle a Jen y decirle que posiblemente sea vidente. Después avancé hasta llegar a la mesita de noche, y ahí si que no lo podía creer, estaba la carta que le había entregado esa vez, en un sueño. ¿Cómo podía ser posible?

El destino nos vuelve a encontrar.

Leí en la carta, lo mismo que cuando la estaba leyendo y él estaba encadenado. Pero no pude leer más, porque unos pasos apresurados se acercaban a la habitación. Nerviosa, sin saber donde esconderme, corrí hasta el balcón y me escondí entre la hermosa enredadera de Virginia que cubría las paredes por fuera. Estuve quieta, sin hacer ningún ruido que pudiera delatarme.

Dulce Dolor (TERMINADA)Where stories live. Discover now