Capítulo 44

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Beber hasta intoxicarnos

Narrador Omnisciente


Katherine había entrado a la mansión viendo que estaba vacía, solo con algunos policías en el lugar. Se deprimió por eso, sin saber que había muchas nuevas personas en el jardín trasero, junto con su nuevo enemigo, Elton D’abbraccio.

Esa tarde estuvo conversando con Claudia, su cuidadora.

Por otro lado, Elton contrataba a algunos de sus contactos importantes para llevar a cabo la construcción religiosa. Permaneció todo el día ocupado en eso, sin percatarse de que sus dos prisioneras habían escapado de esa oscura habitación, y pronto de la mansión.

—Señor, su departamento demorará dos meses en ser creado. Son gente especializada y profesional, el tiempo es mínimo y me parece una buena colaboración laboral...

—¡¿Dos meses?! Eso es demasiado tiempo —agregó Elton, interrumpiendo a uno de sus socios.

La oficina que antes le pertenecía a Edith Jones, estaba repleta de papeles importantes. La librería ahora sólo poseía libros de historia, finanzas y conocimiento científico. Nada de romance, historias juveniles y libros eróticos que tanto atrapaban a Edith. Ella no perdió su trabajo en la mansión, quedó como la mano derecha de Elton. Empezó a odiar su trabajo, ella amaba dar órdenes y ser escuchada. Ahora recibía órdenes y tenía que escuchar las estupideces de su hermanastro.

—Lo siento, señor. No podemos hacer más. Debemos respetar los horarios de nuestros trabajadores, y lo calculado sobre la finalización de la obra son dos meses aproximadamente. De hecho, a veces no se terminan en años, pero por ser usted estamos dando este mecanismo único—siguió explicando.

Elton se rascó el bigote, pensando en la espera que se venía. Lo que más odiaba era esperar. Pero de todas formas aceptó, y sonrió. Cada que llegaba a la finalización de un trato, procedía a invitar a su socio a una botella de whiskey, y esta no sería la excepción.

Transcurrió el día. Elton se sentía un poco mareado. Se acercó a donde estaba su hermanastra, mirándola fijo.

—¿Donde está el bastardo de mi hijo?

Ella no respondió.

—Cuando te haga una pregunta tienes que responderla, Edith.

—Yo no lo sé, Elton. ¿Por qué preguntas?

Es intentó no parecer nerviosa, pero la verdad es que ese hombre la intimidaba. Su actitud no siempre era la adecuada y menos cuando estaba en estado de ebriedad.

Golpeó la mesa con su puño, desprendiendo toda la fuerza que poseía, mientras maldecía por el descuido de su hermanastra.

—¡Te dije claramente que tenían que tenerlo esposado! ¡Es un maniático! —exclamó el hombre. Edith se tensó—. ¡No pueden hacer nada bien sin mí, maldita sea!

Se dedicó a buscar a sus hombres. Durante todo el día restante esquivó a su esposa y familia. Necesitaba encontrar a Russ. Los reunió a muchos de sus hombres en la misma habitación en donde supuestamente se encontraban Jen e Ingrid. Su sorpresa no fue grata cuando se percató de que no estaban ahí.

—¡¿Cómo es posible?! ¡Permitieron que se escaparan! ¡No hacen nada bien sin mí!

—No se preocupe, señor. Están con su hijo, él dijo que...

Elton lo miró con incredulidad, gritándole que se calle. Se acercó a él, con pasos lentos. Tenía una seriedad tan característica de los D’abbraccio en su mirada. Parecía sereno, pero por dentro estaba descontrolado. Quería hacer mucho daño y demostrar quien era el que mandaba en la mansión.

Dulce Dolor (TERMINADA)Where stories live. Discover now