Capítulo 11

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Celos

Él no estaba contestando, y eso me estaba alterando. ¿Entonces el silencio era un sí escondido? Y si fuera así, estoy encerrada en mi habitación con un chico que es capaz de hacerme daño. Debo estar muy loca para aguantar esto.

—Russ, contesta por favor.

Él re rió.

—No, ya dejé esos problemas en el pasado. Pero me gusta ver tus ojitos asustados —sonrió tiernamente.

Era un idiota.

Suspiré. Él me informó que faltaba sólo la rodilla. Asentí, y él empezó a masajear con el hielo en la zona afectada. Ahí había un hematoma grande, por lo que en cuanto empezó a pasar el hielo, sentí mucho dolor al instante y se me escapó un gemido de mi boca. Preguntó si estaba bien, le dije que sí, que no era nada.

Él volvió a pasar el hielo y gemí más fuerte.

—Más despacio —pedí.

—¿Pero segura que estás bien?

Lanzé un suave grito, si me dolía mucho ese hematoma. Debe ser el más grande de todos y el que estará más tiempo en mi piel por desgracia.

—¡Me duele, Russ!

—Estoy acabando.

Gemí otra vez.

—¡Sal de aquí, pervertido!—se abre la puerta muy rápido, y entra una Claudia muy enfadada. Luego ve lo que en realidad me estaba haciendo Russ y queda muy confundida en su sitio, y avergonzada—. Uh, yo... Creí que... Por lo que escuchaba...

Yo me tapé los ojos, avergonzada también. Como si de verdad me hubiese pillado teniendo sexo. Russ se veía incómodo también, pero divertido con la escena. Y luego me dio un medicamento que se llamaba Hirudoid, ya que favorecerá mi flujo sanguíneo.

—Y con esto ya se mejorarán esos hematomas —me dijo, intentando cambiar de tema—. Bueno, ahora me tengo que ir —se acercó a mí—. Lindo pijama, por cierto —murmuró divertido, y yo me sonrojé. Odiaba y amaba mi pijama infantil de ositos y gatitos. Y él se atrevía a burlarse.

Se dirigió hasta la puerta.

—Que tenga una linda tarde —le dijo a Claudia—. Permiso.

Ella lo siguió afuera. Me levanté de la cama para decirle que no le diga a nadie lo de las alucinaciones, porque prefería mantenerlo en secreto, pero me detuve justo detrás de la puerta que Claudia había cerrado. Escuché unos murmullos, y sé que es malo y nada educado escuchar una conversación ajena, pero la curiosidad me venció. Y algo me dijo que tenía que escucharlo.

—Russ, sabes que no tienes que acercarte a Katherine —eran los susurros de Claudia. Estaba molesta. Pero... ¿Se conocían?

—Lo sé, lo sé. Pero es que no pude evitarlo, Claudia.

—Si puedes, y lo harás —dijo ella firmemente—. ¿O acaso quieres que recuerde su pasado? Porque hay probabilidad de que eso suceda si pasas tiempo con ella. Su mente recordará, Russ. Y no podemos...

—Permitir que eso pase —la interrumpió Russ, sabiendo lo que ella iba a decir.

—Exacto.

¿Mi pasado?

Ellos se estaban despidiendo, por lo que traté de caminar rápido y sin hacer ruído hasta llegar a mi cama. Claudia entró a la habitación y me miró enojadísima. Yo la miré confundida, la verdad es que no tenía porqué estar enojada.

Dulce Dolor (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora