Capítulo 17

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KC

Mis pensamientos eran débiles, quería gritar pero me sentí paralizada. Estaba cada vez más cerca de mí y sólo atiné a cerrar los ojos y esperar el horrible final que me esperaba con ansias. Ya no sabía en que pensar, pero no quería seguir pensando. Sólo me quedé ahí, inerte. Pero no ocurrió nada, sólo escuché unas risas suaves. Abrí mis ojos y estaba Russ sentado, con el cuchillo en el estante, y tenía una leve sonrisa dibujada en su rostro.

—¡¿Estás demente?! Casi me mato del susto.

Mi respiración volvió poco a poco a sentirse más lenta y relajada. Hasta llegar al ritmo normal y automático. Él me explicó que no me creía lo de que Ingrid me golpee, porque él conocía a su novia y es incapaz de hacer eso. Pero me dijo que si creía en mis alucinaciones, y que probablemente lo de Ingrid también lo sean.

Además, se ofreció a ayudarme. Me dijo que quería ver como reaccionaba ante un ataque peligroso, y obviamente no resultó nada bien. Me dejé matar, por decirlo de alguna forma. Por lo que dijo que también me ayudaría en eso.

—Pero, tengo una duda. ¿Por qué portabas ese cuchillo como si de unos audífonos se tratara?

Él me miró—. En esta mansión tienes que estar siempre armado.

—Estoy pensando que tú eres el asesino —sonreí, lanzando el comentario como una broma inofensiva, pero en realidad me dio nervios al pensarlo. Porque había mucha probabilidad.

Russ D’abbraccio era un chico extraño. Él podría se un psicópata asesino sin ningún problema. Su temblante serio era intimidante y su mirada lo podría ser mucho más. Era calmado, y muy seguro de si mismo. O por lo menos eso reflejaba ante los demás. Su autoridad era increíble y no necesitaba encajar en un grupo social, era más bien solitario. El lo tenía todo para ser un asesino sin ningún problema, y esto me empezó a asustar.

¿Cómo no lo había pensado antes?

Es imposible —respondió—. Cuentan por ahí que es Katherine Campbell.

Guiñó el ojo.

Eso fue malditamente sexy.

Una enfermera me anunció que estaba lista para retirarme, y que eso de las veinticuatro horas aquí era mentira. La recuperación fue rápida, pero si tenía que permanecer en cama en mi cuarto el tiempo que considere necesario, sin hacer trabajo forzado. Asentí y me despedí de Russ, le di las gracias y me fui. Él hizo lo mismo. Ambos por lados separados.

Antes de entrar a mi habitación, fui a la de Jen. Quise contarle todo lo que me había ocurrido desde que no nos veíamos. Pero al entrar, noté algo extraño en ella. Estaba apagada, algo le había sucedido. Y para que esté así, algo grave.

—Jen...

—¿Donde estabas?

—Volvieron a herirme y estuve todo el día en la clínica. ¿Qué ocurre?

Ella me miró, haciéndose la fuerte. Pero se derrumbó ante mi, llorando a mares. Me acerqué rápidamente a ella, diciéndole que estaba aquí, y que no me iba a ir hasta que pueda calmarla. Luego me callé, y el silencio nos hizo bien a las dos. Permanecimos abrazadas, ella llorando, yo simplemente cerrando los ojos e intentando sentir su dolor. Pasó un buen tiempo, hasta que ella dejó de llorar.

Le dije que nos vayamos a acostar en su cama, pero ella no quiso. Dijo que no quería ensuciarla. Y sabía a lo que se refería con eso. No era literal. Era algo mental. Algo había hecho, se había saciado de su hipersexualidad y después se arrepintió. Por lo que ahora se sentía la chica más sucia, asquerosa y repugnante de todo el mundo. Me ha hablado antes de esa sensación, y dice que es lo peor que una mujer puede sentir. O así lo cree ella.

Dulce Dolor (TERMINADA)Where stories live. Discover now