Deberá continuar

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•° Narración Normal °•

En una de las habitaciones del castillo se podían escuchar los pasos de una angel un tanto ansiosa.

- Ciel-sama, por favor, regrese con bien junto a su servidora. - Frente a la ventana rezaba por el bien, tanto de su señor, como de su gente. Un muy mal presentimiento la comenzaba a  invadir.












Los gritos de aquellos angeles que trataban de obtener respuesta de su señor era lo único que Sebastian podía escuchar, estaba confundido; la ira por lo ocurrido lo carcomía desde dentro, y por otro lado había tristeza y dolor; el dolor de ver a su amado en sus brazos en un estado inerte; la tristeza, y a la vez culpa al saber que la razón por la cual le ocurrió aquello fue a causa suya, aquel lo había protegido y con las pocas y últimas fuerzas que le quedaban lo libero de aquel sello que le había sido colocado hace años. No sabía que hacer, para él en ese momento, su vida se había acabado, estaba solo nuevamente, perdió a las personas más importantes y queridas por el, primero fue su madre y ahora su amado. Únicamente podía escuchar aquello ajeno a su situación y, a cabo de unos minutos volvió en si.

- Ciel... - Susurró en bajo para el aire. - Espero me perdones, pero, ellos me lo pagarán; todos lo harán. - Mencionó decidido. Aún con Ciel en brazos extendió sus alas y se dirigió hacia donde todos se encontraban, volvería con aquellos que le hicieron eso a su amado. Sin duda alguna, estaba enojado.

Mientras tanto con los soldados, se encontraba a un Alexis preocupado, molesto y confundido a la vez, no entendía lo que pasaba "¿Por qué lo hizo?" era lo que se preguntaba aún estando en la batalla; había una gran preocupación al no saber nada de su líder, quien minutos atrás se había lanzado hacia el rey demonio, una pequeña idea se hizo presente en su cabeza. - Acaso ¿Acaso ellos..? - Y casi como si de una invocación se tratase, se escuchó un ruido junto con un poco de humo, y ahí pudo divisar al rey demonio que apareció frente a todos los presentes.

Todos lo observaron acercarse a ese lugar, los angeles ya listos para atacarle una vez más tuvieron que detenerse en seco al ver lo que algo que sostenía en sus brazos, se quedaron paralizados; no podían creerlo, aquello que llevaba, no era más que...

- ¡El cuerpo de su líder! - Alegre y extasiado anuncio un demonio. Los angeles miraban incrédulos, especialmente Alexis, quien hace tan solo unos instantes imaginaba una situación algo podible, pero en ese instante supo que sin duda era imposible. Nadie podía creerlo en verdad. - ¡Todos observen a nuestro Rey, El Rey de los Demonios! - Exclamó nuevamente. Todos los demonios presentes se inclinaron mostrando por primera vez respeto a su rey. - Aquel que acabo con el líder de los angeles. - Esas últimas palabras fueron más dirigidas para los angeles que para su misma raza. El júbilo y el asombro era lo que rodeaba a Sebastian, lo observaban sin falta. Se mostraba indiferente ante esos comentarios. - Entonces ¿Qué haremos con él? - En ese momento un demonio se le acercó. - Cómo no tiene alas no hay algo que podamos tomar como recuerdo. - Mencionó un tanto decepcionado, mientras observaba a los angeles frente a ellos. - ¿Qué otra parte le perece mejor mi señor? - Algo despertó a Sebastian al escuchar aquello y antes de que ese demonio pudiese ponerle un solo dedo encima su mano ya no se encontraba en su brazo, y en un solo instante ya se encontraba bañado en su propia sangre en el suelo, al ver eso, tanto angeles como demonios lo miraron sorprendidos nuevamente.


- ¡¿Qué es lo que acabas de hacer?! -
- ¡¿Qué significa esto?! -
- ¡Eres un maldito idiota! -
- ¡¿Acaso...

Entre Angeles y Demonios. Un Amor Prohibido (HIATUS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora