Capítulo 4.

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ADVERTENCIA: Los actos criminales planteados en este capítulo están hechos por mí y son meramente ficción. No es contenido explícito, pero puede dañar a lectores sensibles. Se recomienda discreción.

El ajetreo del auditorio es desconcertante.

Voces practicantes taladran mis oídos, sin ser conscientes de que causan una histeria y un desasosiego nada común en mi persona.

Zigzagueo con causticidad a los 'tapones' que se encuentran en las escaleras, los cuales asumen su fin y hay indicios en su actitud de querer salir huyendo. Ajusto mi abrigo una vez que tengo el escritorio frente a mí.

—Ya firma—escucho a una chica decirle a su compañera que sostiene el bolígrafo con nerviosismo, como si éste tomara todo indicio de fuerza de voluntad para hacer un garabato en la lista.

Parece querer meditarlo más tiempo.

—¿Me permites? —hablo a sus espaldas. Ella enseguida gira sobre su eje para observarme, se debate unos instantes y me hace entrega del bolígrafo para posteriormente abrirme paso. —Gracias.

Percibo la mirada escrutadora que recibo de ambas; las ignoro y dedico mi atención a la lista. Tiene treinta nombres escritos, debajo de ella hay otra hoja, sin embargo, lo que llama mi atención es el hecho que el número uno está vacío. Sin rodeos escribo mi nombre en la primera columna, suspiro, y garabateo mi firma. Coloco el bolígrafo sobre la hoja y cuando me giro me dedico a buscar un asiento libre.

Las dos primeras filas están semivacías, sólo hay cinco hombres y cuatro mujeres esparcidos en ellas haciéndola parecer una situación no manejable. Observo mi reloj de muñeca. Faltan diez minutos para que la última clase inicie y hay aproximadamente treinta lugares vacíos de los sesenta que son. Tomo asiento en la primera fila a un lado del estrecho pasillo de escaleras.

No es hasta que estoy divagando la mirada que siento como la intriga y la incertidumbre va en aumento. Intento controlarme.

Ayer por la tarde no tuve tiempo de pensar en ello gracias a la pequeña reunión familiar que preparo mi madre con motivo de mi cumpleaños atrasado, junto con el maratón de "las diez películas más románticas" que preparó Caleb para mí.

El romance en exceso es algo que me provoca dudas, nunca he creído que algo así me suceda. Sin embargo, sé que sí sucede, la prueba es Caroline y Joe. Han sido novios durante ocho años y ahora alquilan un departamento juntos. El trato de mi madre siempre fue que una vez graduados, podemos irnos de casa y hacernos independientes por nuestra cuenta. Por ahora, sólo Caleb quién cursa su primer año de preparatoria, Cedric que está en su último año de Universidad y a mí que me falta un año y medio en la Universidad, vivimos en casa. Caroline ahora es accionista de una agencia dedicada al Diseño de Interiores en Londres.

Mientras tanto, Cedric y yo creamos ingresos personales con empleos de tiempo completo en instituciones particulares, él por su parte es trabajador social en un centro de investigación de biología molecular y farmacéutica llamado Medical Research Council y yo en el juzgado de Old Bailey, en un inicio era practicante, pero después de cuatro meses de arduo trabajo adquirí un empleo fijo en el departamento de Gestión. Caleb solo busca empleos en el verano.

Una de las razones que me llevó a elegir la clase con la profesora más temida y respetable de Cambridge, son los buenos comentarios hacia su dedicación y conocimiento, pero si resulta ser la mujer déspota de la que todos hablan, será mejor pasar desapercibida. Tengo la curiosidad acerca de su actitud, la he visto vagar con esa cara larga en la biblioteca principal, pero nunca la he escuchado expresarse en un auditorio.

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