Prólogo

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Elizabeth Gonzalez

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Elizabeth Gonzalez

22 de enero 2010

El aire caliente rozaba su piel expuesta, el viento agitaba su cabello suelto y una sensación agradable, un cosquilleo en su estómago.

El dulce olor de las flores le picaba la nariz mientras observaba a su alrededor.

No había nada más que un extenso campo verde con árboles y unos cuantos animales detrás de un cerco de madera.

"¿Está sucediendo?" se preguntó.

Alzó la vista hacia el inmenso cielo azul, donde nubes de diferentes formas se movían lentamente.

Cerró los ojos, extendió los brazos y respiró profundamente, llenando de aire sus pulmones.

De repente, el estridente sonido de una puerta cerrándose fue lo que la hizo regresar a la realidad.

Para su sorpresa, el campo verde, el cielo, las nubes, las flores y los animales seguían ahí.

¡Estaba sucediendo!

Se encontraba afuera y la sensación de libertad aceleró su corazón a una velocidad frenética.

Por primera vez en años, algo sucedió que había dejado de existir en su vida.

¡Elizabeth sonrió!

Una preciosa, sincera y real sonrisa.

Dio media vuelta para mirar por última vez el viejo edificio que se alzaba frente a ella, pero un alto muro de ladrillos rodeaba el lugar que fue su hogar durante años, y lo único que podía ver era la puerta por la que acababa de salir.

El sonido de una bocina llamó su atención. Se giró y encontró un auto blanco estacionado, del cual una mujer bajaba del lado del acompañante.

La extraña ladeó la cabeza, observándola de arriba abajo sin ocultar su curiosidad.

Elizabeth hizo lo mismo, al tiempo que se enderezaba, alzaba la barbilla y se escondía dentro de la fuerte coraza que había creado tiempo atrás.

Estiró la mano a su lado y sujetó la correa del bolso con demasiada fuerza. No tenía más que un par de prendas de vestir, ropa interior, calzado, un cepillo de dientes y un oso de peluche: su mejor amigo.

—Elizabeth González. —afirmó la extraña.

—Soy yo. —respondió la joven muchacha, con la voz temblorosa.

—Me llamo Venecia Rossi. Soy la institutriz de la casa donde vas a trasladarte. Tengo los papeles necesarios que me brindaron los abogados—levantó la mano donde tenía una carpeta—. Nuestra familia te va a recibir hasta que puedas sustentarte lo suficiente como para vivir por ti misma. Te diría que tienes tiempo suficiente, pero lamentablemente el período es de solo cinco meses.

Juegos de azar [+18]On viuen les histories. Descobreix ara