La corte del Rey

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El cálido clima era algo normal en Ayyutthaya. Una enorme ciudad que fue capital del imperio tailandés por más de cuatrocientos años hasta su destrucción en el año de 1767 por la invasión de los birmanos, dejándola en las ruinas que se pueden apreciar actualmente.

Una de las construcciones mejor conservadas es un antiguo templo con enormes torres triangulares que se asemejan muchísimo a enormes termiteros formados con piedra de color bermellón en la base y de un azul grisáceo en la punta. Cerca de estas ruinas es donde yace el buda recostado, una antiquísima estatua de la famosa figura religiosa en meditación, pero que también sufrió los estragos de la guerra y del tiempo, hasta quedar completamente irreconocible.

Sagat le pidió personalmente a Bison apoyo para restaurar, si bien, no todo el parque de Ayyutthaya, al menos esta estatua. Bison desconocía el motivo de la petición, pero al ser algo aparentemente insignificante, decidió apoyar la petición del guerrero, más que nada para mantenerlo conforme y asegurar su estadía en la organización criminal.

La restauración tardo más de lo esperado, pero cuando finalmente concluyó, la estatua lucia como nueva, podría decirse que incluso mejor. Sagat entrenaba en ese lugar cada vez que podía, incluso había gente que esperaba toda la madrugada con tal de ver en acción al héroe tailandés. Y es que desde la perspectiva civil, que ignoraba su vínculo con la organización criminal conocida como Shadaloo, el luchador con orígenes humildes que había llegado a convertirse en el Rey del Muay Thai, que había sido apresado injustamente para muchos y que había logrado su libertad por pura fuerza de voluntad, era todo un héroe. Y aparte ayudaba a la reconstrucción de viejas ruinas que apoyaban la economía local.

Con mucha razón era considerado casi una deidad.

Lastimosamente Sagat también empezó a creerlo.

Por lo que su caída a manos de un joven y desconocido luchador fue demasiado dolorosa.

Sagat seguía entrenando en Ayyutthaya justo frente al enorme Buda de casi 40 metros de largo y 6 de alto, pero ahora no tenía público más que un par de pequeños drones blancos que aguardaban inactivos la llegada del aspirante al título de campeón mundial, aquel que sería juzgado por el rey en su propio territorio.

Preparándose para poder luchar, pero... ¿Luchar para qué? ¿Cuál era su motivación? ¿Mostrar al mundo que todavía era el rey? ¿Demostrar que su arte marcial era superior a los demás? ¿Ayudar a Bison a conseguir sus objetivos?

Sagat dio vuelta y se llevó una enorme sorpresa al ver quien estaba frente a él.

No puede ser... ¿Tú?

Tenía que verlo con mis propios ojos.

Dhalsim estaba parado frente a él, silencioso como una estatua y juzgándolo con la mirada. El gigante tailandés avanzó un poco, y repentinamente sintió el peso de la mirada del maestro del yoga, sabía que lo había decepcionado pero... ¿Qué otra opción tenia?

Sagat despejó su mente y razonó que no debía dejarse llevar por esas ideas pacifistas, él había nacido para pelear y era justo lo que estaba a punto de hacer ¿Qué importaba si estaba temporalmente con Shadaloo?

—Si tú llegaste aquí, significa que pelearemos por el título.

—Como siempre, tus ánimos superan tu razonamiento — caminó tranquilamente acercándose al gigante —dude cuando escuche que estarías aquí... considerando tu sentir hacia Shadaloo

­—Estoy aquí solo para luchar.

­—Eso puedo verlo, pero también es obvio que tú mismo no sabes ni porque estas luchando.

El sendero del TigreWhere stories live. Discover now