Temor, Orgullo y Redención

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Siempre creyó que los hombres débiles eran los que caían presas del pánico, que su mente entrenada podía hacer frente a cualquier dificultad, y aunque sintiera miedo, podría superarlo sin ningún problema... pero estaba equivocado.

No se dio cuenta en que momento dejó de escuchar los gritos de la pequeña multitud reunida a su alrededor que tocaban las bocinas de sus exóticos autos estacionados a las afueras de aquel restaurante, toda su atención estaba concentrada en las llamas que se acercaban rápidamente hacia él. Sagat no podía mover un solo musculo, estaba petrificado, sus manos temblaban y era incapaz de cerrar su ojo.

Acompañadas de un grito de combate, las llamas cortaron el aire frio, evaporando las gotas de sudor al más ligero contacto y golpeando con gran poder la piel humana, elevándose por el cielo como un dragón de fuego y el único sonido fue el cuerpo del gigante tailandés golpeando el pavimento.

—Te lo dije —Las llamas se apagaron, revelando una figura humana, un joven de larga cabellera rubia y vestido con un keikogi rojo—si te cruzas en mi camino, te aplastare.

Ken Masters esbozaba una gran sonrisa de confianza al ver a Sagat en el piso, quien había quedado congelado tras ese Shoryuken, y con una buena razón, en muchos sentidos esta era su prueba definitiva.

— ¿Crees que eres un guerrero? —El gigante tailandés se levantó con dificultad, tratando de ocultar el golpe de adrenalina con provocaciones inútiles—Eres un mequetrefe.

Ken adoptó la postura de combate que empleaban todos los practicantes del Ansatsuken, el arte marcial del puño asesino, el mismo que practicaba Ryu, y con su mano izquierda índico burlonamente a su contrincante que se acercara para continuar el combate.

—Pequeño engreído...

Pero era Sagat quien estaba perdiendo los estribos, avanzó de forma rápida hacia Ken y efectuó una patada directo hacia su torso, pero en un abrir y cerrar de ojos su oponente desapareció, lo buscó con la mirada pero cuando levantó la vista era demasiado tarde, Ken había esquivado el ataque de un salto y ahora caía directo hacia él, preparando un poderoso puñetazo aéreo que dejó confundido al gigante, para posteriormente castigarlo con una serie de rápidas y efectivas patadas en el rostro y abdomen, terminando el combo con la esfera azul de energía conocida como Hadouken.

Sagat había enfrentado a varios oponentes difíciles en este torneo mundial organizado por S.I.N., sin embargo ninguno como Ken Masters, el heredero de la fortuna Masters que había visto de forma breve hace muchos años y compartía muchos movimientos de su rival, Ryu, pero mucho más rápidos y sorpresivos, su estilo de pelea era abrumadoramente ofensivo, no dejaba tomar ningún respiro y cuando lo hacía, solo era para provocarlo con burlas que lograban sacarlo de sus casillas.

—Vamos Sagat, levántate, que quiero convertir esa cicatriz que tienes en una "X".

El ahora Rey del Muay Thai nuevamente se puso de pie, tambaleándose, sus emociones no lo dejaban concentrarse y cayó sobre una de sus rodillas, cerró su puño que temblaba y sentía como su propio cuerpo lo aprisionaba, sus músculos se sentían completamente tiesos y le faltaba la respiración, podía sentir como se desmoronaba sin haber sido golpeado, lo que era peor, el dolor físico era un estimulante, ya lo conocía y podía superarlo, pero ahora era incapaz de levantarse, su mente empezó a recordar su amarga derrota hace tantos años contra el shoryuken de Ryu.

Debía recuperarse, no había tiempo para estas tonterías, estaba en medio de un combate, y su oponente se lo recordó de forma inmediata. Un nuevo Shoryuken lo golpeó directo en la mandíbula elevándolo por los aire y aterrizando encima del cofre de uno de los vehículos estacionados alrededor de los luchadores, rompiendo el parabrisas y dañando la carrocería del Lowrider azul con franjas rojas de carreras, causando que toda la gente abarrotada a las afueras de aquel restaurante nocturno empezara a murmurar en voz baja.

El sendero del TigreWhere stories live. Discover now