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Baúl.

Lo que ambos temían había ocurrido poco después de que se despidieran de los muchachos.

Shu no se sentía bien, de hecho, solo había podido disfrutar de a ratos la compañía de todos, pues aquel día tenía un presentimiento; su mente se esmeraba en hacerlo sentir terrible. Sin embargo, posiblemente podía considerarse el mejor en la actuación.

Cerró la puerta tras de si y aprovechando   que Valt estaba ocupado con el gato, bueno, pelando con él en la sala, por el sofá, entro en la ducha con la intención de despejar su mente.

El agua se deslizaba por su cuerpo provocándole una agradable sensación de alivio que poco después se fue apagando como las mismas gotas. Salió ya vestido con un conjunto a blanco y negro, y una toalla que se esmeraba en secar su pelo.

—¡Oye! ¡No me muerdas! ¡Te lo dije!—exclamaba el niño esquivando las garras del minino así como sus colmillos. Y es que esa cosa solía ser muy tranquila mientras nadie se le acercará.

Shu suspiro y camino a la cocina para revisar lo que podían cenar esa noche. Pero antes de abrir las repisas el sonido de un claxon lo hizo parar en seco. Pudo haberlo ignorado puesto que esas cosas se escuchaban todo el tiempo, no obstante el presentimiento que le amenazaba desde la mañana lo obligó a asomarse por la ventana.

Abrió los ojos con sorpresa, cuando, al detenerse el vehículo, una mujer de pelos albinos bajo del mismo con apuro.

—¿Shu?—pregunto su amigo desde el suelo, dándose por vencido a sentarse en el sofá puesto el gato se había estirado para acaparar con su pequeño cuerpo una gran parte del mismo.

—ven—dijo y lo tomo de la mano acarreandolo hacía su habitación. Tomo al gato bruscamente por el pellejo y se lo dió.

—¡¿Que te-...!?— fue interrumpido en medio de su sermón por la forma en que había tomado al animal. Shu le tapo la boca con ambas manos.

—solo...no salgas—le dijo y emparejó la puerta dejando a ambos sumidos en la oscuridad. 

El gato y Valt se miraron unos instantes sin comprender, pero no emitieron ningún sonido apartir de ahí.

—¿Shu? ¡¿Estás ahí!?—escucharon que alguien llamaba a la puerta insistente.

Shu trato de recoger y voltear los cojines del sofá, inútilmente. Hizo lo mismo con los trozos del jarrón que había dejado en el bote de basura.

—¡¿Shu!?

—¡Ya voy!—dijo en medio de su apuro.

Valt trago saliva mirando a su amigo. Empujó la puerta un poco pero rápidamente recibió una mirada fría por parte de Shu que lo hizo retractarse.

El albino regreso a la entrada y abrió la puerta dejando pasar a la persona.

Valt la conocía, pero jamás había intercambiado palabras con ella, simplemente la vio en fotos que Shu de vez en cuando le mostraba cuando eran jóvenes. Desprendía un aire autoritario e importante; era la madre de Shu.

—¡Por Dios! ¡Te he dicho que si estás deberías abrirme la puerta!— dijo la mujer en el recibidor entrando rápido y observando la casa con detenimiento.

El chico bajo la cabeza.

—¿Y bien? ¿Que paso aquí?

Shu volvió a mirarla, sabía bien que su madre era muy detallista, obviamente se daría cuenta cuando algo no estaba en su lugar.

—¿Eso es pelo? ¿Metiste a algún animal?

—probablemente deje la ventana abierta...— mintió mirando a la habitación de reojo.

¡ᴍᴇᴏᴡ! [Shu/Valt]Where stories live. Discover now