Cosas de gatos...

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Especial: tú si, tú no.

Llevaba a penas tres días con esos chicos y ya empezaba a sentir ese departamento gélido como su hogar.

Acostumbrado a las constantes miradas fulminantes de Shu, y a los abrazos sorpresivos de Valt, había empezado a impartir un régimen o sistema de elección.

Shu se dió cuenta de eso cuando el gato empezó a desaparecer sus calcetines, así como a rasguñar sus pies durante las noches o querer apartarlo de Valt a la hora de dormir, recostando su peludo y pequeño cuerpo sobre su rostro para despertarlo.

Había tomado la decisión de que Shu no era de su completo agrado. Por otro lado el pequeño Aoi a quien le debía el estar en ese lugar, su cariño por él era indudable.

Shu, no.

Valt, si.

Es por ello que ese maldito gato no le agradaba en lo más minino.

Pero lo peor apenas empezaba; cuando, mientras juzgaba cada una de las decoraciones del hogar una no le pareció en lo más mínimo. No cuadraba en ese ambiente.

En su cabeza, antes de que el accidente ocurriera el gato repetía las palabras «tu si, tu no» como si fueran una secuencia. Claro eso hasta llegar al garrón de la madre del albino.

Lo que no le gustaba, daba un pequeño empujón y dejaba caer al suelo. No eran sus cosas, pero era divertido verlas caer a tiempo sobre las manos de Shu. Para que esté intentará tirarlo de los muebles con un manotazo.

Bueno lo último no era tan divertido.

Eso había Sido después de que Valt dejara la casa, gracias claro, al sermón que le había dado su madre en la mañana.

Mientras el chico permanecía ahí, él no podía hacer mucho, puesto que Valt se lo prohibía y como castigo tenía que pasar horas y horas parado en dos patas mientras el niño lo sacudía a ambos lados.

O peor, con una abrazo.

En fin, volviendo al tema de la selección. En cuestión de segundos sus ojos se posaron en el garrón. Reconoció el horrible gusto de la persona que les había dado eso y con cautela subió al mueble para colocarse del lado derecho del mismo, con la vista fija en aquella decoración horripilante.

Mientras tanto en la cocina, lo único que Shu pudo escuchar fue un gran estruendo que sacudió sus músculos y lo obligó a dejar de lado todo lo que hacía para salir corriendo en dirección a la sala.

Una sonrisa se formó en sus labios mirando al gato, con ambas manos hechas puños. Sonrisa que obviamente no aseguraba nuevas buenas para el minino.

—¿Que acabas de hacer...?—pregunto de la forma más amenazante posible con los ojos fijos en los trozos de cerámica en el suelo.

Esa fue la primera y última vez que el gato de verdad temió por su vida.

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Estaré subiendo estos pequeños drabbles; en su totalidad 4, mientras se trabaja el capítulo :v

Gracias por leer y por el apoyo que le dan a esta historia ༎ຶ‿༎ຶ

¡ᴍᴇᴏᴡ! [Shu/Valt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora