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¿Dónde estará?

En memorias eran claros los deslices que tuvieron y toda la confusión que armaron, aún así lo confrontaron y ahora están felices y unidos más que nunca.

O eso sería en un escenario ideal.

Cuatro días de búsqueda por un libro y nada, ni pistas ni señales y cada vez eran menos integrantes. El cura no salía de la iglesia desde ayer, el autoproclamado semi-dios no aparecía para ayudar, estaban solo Alex y Luzu en esta búsqueda imposible. El cansancio de ojos y mente eran solo unas de las consecuencias de no darse un momento para respirar, no había tiempo para ser humanos y detenerse.

Las hojas de varias texturas, algunas polvosas y otras de suave tacto, no detenían su rozar con los dedos desesperados de aquella mano. El agarre pasaba de ser amable a maltratar las esquinas de cada página que miraba, los libros caían y caían al suelo sin piedad ninguna, el eco de estos retumbaba en la biblioteca.
Interminables cantidades de libros aún por explorar, el aire concentrado que se respiraba en el lugar y muchos otros factores provocaban que la búsqueda fuese exhaustiva, la poca esperanza a que haya en una solución desanimaba al dúo.

—Alexby, no creo que vayamos a encontrar nada si seguimos así...

Su mirada gacha no dejaba mostrar su expresión, pero para el policía no costaba mucho imaginar la frustración que seguramente poseía.

—No tenemos más opciones Luzu... ¿En dónde más podemos buscar si no es en la biblioteca?

La bibliotecaria no vino este día, "No quiero volar en mil pedazos" Fue su excusa para no laborar. Los chicos eran los únicos seres vivos en la extensa biblioteca, aunque ya vinieron a explorar desde hace días, todavía parecía un camino muy largo por recorrer, ¿quién habrá sido el responsable de millones de libros? El dúo maldecía a aquella persona.

—Mira, volvamos a intentar hablar con los demás, será mucho más rápido si trabajamos entre todos—dijo con el tono más amable que se pudo permitir.

—Ve tú, a lo mejor si sigo buscando encuentro algo. Solo por favor regresa... Que yo solo no voy a poder—respondió el de casco, sin despegar la mirada del libro en mano.

Luzu asintió a las palabras de su compañero, bajó de las escaleras que ayudaban a alcanzar los libros más altos y salió del edificio. La gente estaba viviendo en paz y sin preocupaciones excepto cuando por el pueblo iba cruzando un héroe, desde hace días que se mostraban extraños y los débiles temían, nadie sabía de lo que eran capaces estos si se volvían (aún más) locos. Antes de todos estos sucesos los héroes eran bien respetados y admirados, pero la gente cambia cuando tu comportamiento cambia también; todos susurraban a espaldas del emo y acallaban cuando dirigía su aborrecida mirada hacia las voces, "Menudas perras" Pensaba Luzu.

Nadie negaba que Luzu tuvo contacto con estos entes oscuros, aunque fue por un momento de descontrol él lo hizo y es consciente de lo errado que estaba. Cuando una bella dama, de mirada afilada y venenosa, sugirió contactar con aquellos seres, nunca se imaginó cuánto arrepentimiento le iba a causar. Si antes Auron causaba conmoción a los corazones de todos, ahora siendo de miel y teniendo ese aspecto tan dulce provocaba aún más revuelo entre sus compañeros, aunque no quería admitirlo eso lo enfadó más de lo que le gustaría. "Auron me pertenece, porque quien lo embrujó fui yo" Pensaba cada vez que lo veía sonreír por el chiste de alguien más, alguien que no era Luzu.
Tantos pensamientos tóxicos llevaron a interminables peleas y desacuerdos, Luzu no sabiendo qué hacía y por qué lo hacía siempre terminaba lastimando a su querido Auroncito. No hay cantidad fija que describa el remordimiento que sentía por cada explosión o mal que le hizo, ni siquiera haber recibido el perdón del amarillento fue suficiente para cesar toda culpa.

KARMALAND (Auronbowl)Where stories live. Discover now