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—Divinos dioses, ustedes brillantes y perfectos, os ruego por el final de esta situación y por el héroe Auron, cuídenlo de todo mal.

El cura estaba en la iglesia un día que no correspondía ninguna misa, rezándole a los dioses sin parar.
Ya era el tercer día de reuniones para la búsqueda de soluciones, aquella mañana fueron junto al querido Merlon quien les compartió de su sabiduría.

"Deben buscar en el libro prohibido. Antes de que yo naciese, existían los llamados seguidores de los dioses oscuros, estos tenían una variedad de maldiciones todas singulares y peligrosas. Si ya buscaron por toda Karmaland y no encontraron esta poción, es porque está en ese libro maldito" Fueron las palabras del anciano.
Rubius temía por lo que se venía, ¿maldiciones peligrosas? Esas palabras provocaban una mala sensación en el cura, sentía que estaba obligado a velar por los demás y por un buen final de la historia. Como siempre fue muy cercano a las deidades, esperó que todo estuviese bien y que sus dioses no le fallasen.
Cuestionaron a Luzu sobre estos entes con los cuales tuvo contacto en algunas ocaciones, él honestamente aseguró no saber de qué hablaba Merlon, tampoco quiso contactar con los dioses oscuros nuevamente, eso había quedado en el pasado.

Las monjas de la iglesia no se atrevían a irrumpir al cura, nadie fuera del círculo de héroes entendía qué sucedía entre estos. La gente vivía ignorando un problema tan profundo como lo era la situación del héroe Auron, muchos extrañaban las caóticas mañanas y las divertidas escenas que siempre sucedían, otros conspiraban y expandían rumores entre la gente, algunos se sentían bendecidos por la falta de bombazos últimamente.

La bibliotecaria siempre miedosa se escondía de aquellos fuertes héroes que desde hace unos días empezaron a venir sin falta, buscaban durante horas algún libro y la pobre chica no se atrevía ni a hablarles para preguntar por su búsqueda. Es más, parecía que ellos ni estaban dispuestos a preguntar, sus espadas daban miedo y ella no quería conflictos ya que era bien sabido lo problemáticos que pueden ser estos.

—¿Vegetta no viene hoy?—preguntó el héroe Luzu mientras leía un libro.

—Dijo que hoy buscaría a su manera, ya sabes cómo es—contestó Alexby, guardando otro libro decepcionado.

—Yo creo que es más rápido rogándole a los dioses... Si nos uniéramos tal vez nos escuchen—sugirió Rubius.

El de casco solo negó con la cabeza y continuó rebuscando, Luzu observó al cura y contestó:

—Come on Rubius, mejor ayúdanos a buscar.

El de máscara observó molesto la falta de fe de sus amigos, sentía un mal presagio por el futuro y que sus únicos compañeros cuerdos no colaborasen le enfadaba.
Se excusó con alguna cosa y dejó la biblioteca, caminaba directamente a la iglesia, hoy su instinto le indicaba que algo malo se acercaba y que su Auron estaba involucrado directamente, no sabía si era voluntad de sus deidades o si era alguna malicia de los dioses oscuros, pero lo que sí sabía es que algo debía hacer pronto.

—Os ruego dioses, por favor apiádense de Auron...

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Su corazón no podía más con tanto, le dolía de tantos pesares.

Ayer al atardecer, Vegetta había dicho las palabras prohibidas y negadas "Me gustas". Si tan solo se hubiese atrevido a mirar su rostro sereno, su mirada tan atrayente o sus labios perfectos, pero la maldita aura le estaba jugando la mente y el corazón, no debía esperanzarse por algo así. Él lo entendía pero después de todo es un humano, convertido en un ser de dulce miel, era un humano sensible y débil, apenas unas dos palabras lograban atravesar toda barrera creada. A estas alturas, ni siquiera pudo soltar lágrimas, había hecho tanto de eso estos días que al parecer se había secado.
Nuevamente no durmió como un bebé, no tuvo el placer de disfrutar tal acto. Los ojos morados tan atrayentes (aún con el brillo extraño) era todo lo que podía ver.

KARMALAND (Auronbowl)Where stories live. Discover now