XXII. LA HUIDA DE LILY.

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XXII. LA HUIDA DE LILY.

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—¡Por las barbas de Merlín!

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—¡Por las barbas de Merlín!

El chillido de Andrómeda fue distorsionado por cientos de voces de los alumnos que recorrían el pasillo. El desayuno en el Gran Comedor acababa de dar fin, por lo que se había formado una gran marea de magos y hechiceras que intentaban llegar a sus respectivas clases. Entre empujones e insultos, el par de amigas avanzaba lentamente hacia la primera clase que les tocaba: encantamientos. De solo pensar en el profesor Flitwick, Sage quiso regresar a la cama, pero por primera vez en semanas la joven había realizado la redacción que el mago les había encomendado, por lo que quería hacerle justicia al tiempo perdido y obtener una E.

Eso era algo que tenía que cambiar. En el último tiempo, la rubia pasó más horas perdida en su mente que en el presente, realizando redacciones y prácticas. Pero, ¿qué sentido tenía hacer tareas cuando afuera había un mundo que amenazaba su existencia? Bueno, después de todo Sage quería graduarse y le tomó un par de T's y D's recordar que aun estaba en el colegio y no conseguiría nada siendo mediocre.

—¿Con Zabini? ¿es en serio?—preguntó Andrómeda, con cejas elevadas y un atisbo de sonrísa en el rostro.

La hechicera asintió con la cabeza y los labios de la contraria formaron una pequeña "O", luego de eso abriendo y cerrando la boca de forma constante, intentando buscar palabras para explicarse. Sage rodó los ojos; había sido cosa de una noche, estaban hablando en la oscuridad de la sala común de las serpientes cuando, de un momento para otro, ella se encontraba sentada en el regazo del mago, besandolo y jugando con su cabello azabache mientras el mantenía un agarre en la cintura de la hechicera. Lo demás era historia.

—No es que tenga muchas opciones—replicó Sage, acomodando un cabello rebelde detrás de su oreja—y no pensaba arriesgar la poca reputación que he conseguido por un simple calentón.

—¡Pero es Zabini!

Un par de cabezas se centraron en las amigas al mismo tiempo que el codo de Hudson se clavó en las costillas de la pelinegra. Andrómeda se ocupó de mostrarles el dedo del medio, provocando que cada quien volviera a lo suyo.

—Es un idiota, será decente pero eso no le quita lo idiota—declaró la joven Black.

Sage se encogió de hombros.

—Es lindo.

—Ayudó a que te torturaran psicológicamente—recordó Andrómeda de brazos cruzados—. Me corrijo; ayuda a que te torturen psicológicamente. Y no es lindo.

—Bueno, si lo vemos de ese modo...—balbuceó—. Pero no es tan malo, digo, después de todo el me advirtió sobre el-que-no-debe-ser-nombrado. Además, me invitó al baile aún sabiendo que eso no le era conveniente.

𝐏𝐎𝐖𝐄𝐑 ϟ 𝐒. 𝐁𝐋𝐀𝐂𝐊.Where stories live. Discover now