Ocho.

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Luzu se sentía desanimado. Los rayos del sol estaban apagados, era como si Dios se hubiese puesto triste al ver al joven castaño.

Tumbado en posición fetal, Luzu pensaba sobre su relación con Auron.

Todo parecía haber cambiado en muy poco tiempo.

Y los cambios le asustaban.

¿A quien no le asustaba un cambio radical?

Tal vez era él el problema, tal vez no era Auron el que había cambiado.

Luzu abrió los ojos aun más, sorprendido.

<<¿Y si he cambiado yo?>> se preguntó.

Claro. Ahora todo tendría sentido.
Auron no hablaba tanto con él porque le quería dar espacio, por eso. ¿No?.

Luzu sonrió levemnete, esperanzado. Debía de ser eso, no encontraba otra posible razón.

<< Oh mi Auron... Siempre tan atento a mí. >> pensó Luzu, sonriendo.

El menor amaba a Raúl. Joder, y tanto que lo hacía.

Para él, Raúl era todo un caballero. Atento, considerado, protector y cuidadoso, siempre respetando y poniendo ante todo a Luzu.

O al menos antes era así.

Se sentía más animado ante su hipótesis.

¿Cómo actúa la victima de una relación tóxica?

La víctima da por hecho que todo está en relación a su culpa. Si la persona tóxica llega a golpear a esa persona, la víctima sentirá que es su culpa.

La puerta de la habitación en la que se encontraba Luzu se abrió. Maya apareció.

- Papá dice que vamos a desayunar.

- Oh, genial. — sonrió — ¿Que ha cocinado?

- ¿Mi papá? Dice que ha pedido a un restaurante donde te traen el desayuno a casa.

<< Cómo no. Después de todo, es Mangel>>

- Está bien. Voy. — dijo animado.

Ambos fueron a la sala de estar. Mangel estaba sentado en el sofá, pasando los canales con el mando a distancia.

- Mh, ¿estás bien?

- Claro. — dijo risueño, aunque por dentro se quería tirar por el balcón. Se arrepentía de haber hablafo con Rubén — Todo bien.

Luzu asintió. Se sentó en el sofá, con Maya atrás.

Maya comenzó a jugar con su cabello. Le gustaba el pelo de Luzu, era esponjoso y tan suave, como el pelaje de su nuevo amigo peludito.

- Me encanta tu pelo Luzu. Eres muy guapo. — sonrió la niña.

Luzu sonrió halagado.

- Tú eres preciosa, Maya. — le sonrió.

Algo que Luzu y Mangel no sabían, era que Maya tenía un amor platónico por Borja. Y es que aquel chico era tan dulce, atento y risueño que, ¿a quien no enamoraría?

- ¿Te pasa algo, Luzu? — le preguntó la pequeña.

- No, nada. — sonrió.

¿Era normal sentirse aliviado al echarte la culpa sobre tus hombros?

- ¿Pudiste hablar con Raúl ayer? — inquirió Mangel.

Luzu asintió. — Me he dado cuenta de algo. Él no es el problema, soy yo.

Mangel encarnó una ceja. Dejó el mando del televisor a su lado. — ¿Como que tú eres el "problema"?

- Verás, Auron había estado raro durante unos días. Yo pensé que era él el que había cambiado, ¡pero no! — contó, animado — Soy yo el que ha cambiado, Auron solo me daba espacio.

Mangel quiso hablar. Pero cerró la boca, no delante de Maya.

- Oh, mh, que bien, ¿no?

- Sí. — sonrió — ¿No es genial?

El menor supo entonces que aquello estaba empezando a parecer el caso de una relación tóxica. ¿Como lo sabía? Experiencia.

Pero igualmemte le siguió el juego a Luzu. Una victima en una relación tóxica era facil de quebrar.

- Ya lo creo. — sonrió. Le sabía mal hacerlo, pero debía de fingir — ¿Cuando vuelve?

- Aún no me lo ha dicho... Pero creo que pronto.

Mangel asintió.

Llamaron al timbre. Mangel se levantó.
Fue abajo a por el pedido, al porche de su piso.

Pagó y volvió a subir, con la comida empaquetada.

- A comer. — exclamó.

- ¡Sí! — exclamó Maya.

Luzu y Maya comenzaron a desenvolver la comida.

- Voy a por los vasos y cubiertos. — avisó.

- ¡Vale!

Mangel caminó hacia la cocina.

Miró hacia la ouerta, vigilando que no estuviese Luzu.

“Tenemos que hablar. Sobre Luzu, Raúl”

Y envió el mensaje.




















Feliz 14° triste cumpleaños para mí. En cuestión de horas será mi cumpleaños.

Hey, Auron...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora