Quince.

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Mangel suspiró de alivio al ver la temperatura que marcaba el termómetro.

Acarió los cabellos castaños de su hija que estaba dormida. Maya hacía unas horas había tenido una fibre de treinta y nueve grados, y parecía que ahora de noche le estaba bajando.

- Bien, la fiebre le está bajando. — murmuró mientras veía como la respiración de su hija no era tan irregular como antes.

Rubén estaba apoyado en el marco de la puerta con su chaqueta formal quitada. — Genial.

- Oye, mh, — el menor se giró hacia su ex marido — ¿me puedes contar esa gran historia de porqué nuestra hija estaba con un desconocido, con casi cuarenta de fiebre... y tú ni siquiera te diste cuenta?

- ¿Como que no me dí cuenta? ¡Claro que lo hice!

- ¡Oh, por supuesto! Media hora después. — le reprochó, colocando sus manos en sus caderas con pose de indignación — ¡Que gran padre, por Dios!

- Fue tu culpa, tenía una montaña de papeleo.

Mangel suspiró, cansado. — Sí, vale. Puede que te jodiese los planes, y lo siento.

Rubén asintió, dejando su lugar para ir a la cocina a por una cerveza.

- Por cierto, ¿recuerdas al hombre que le hablaste por mi teléfono?

- ¿El "Jefe Watson"?

- Sí, el mismo. — contestó. Abrió la chapa de la cerveza con su llavero. — Cree que eres mi marido.

El pelinegro asintió sin prestar mucha atención. — Ya bueno, pues simplemente dile que me engañaste con una actriz. Estoy segurisimo que entenderá que nos divorciamos.

Doblas se frotó los ojos con sus mano derecha, cansado. Eran casi la una de la mañana y se sentía demasiado cansado.

- He estado pensando en algo.

- ¿Desde cuando piensas tú? — Mangel fingió estar sorprendido exageradamente — Sí que ibas en serio cuando me dijiste que cambiaste.

- Escuha, tenemos nuevas vidas. Yo con Lisa, tú... bueno, con quien sea. — dijo, frunciendo el ceño levemente — ¿Por qué no empezamos de nuevo? Por mí encantado. Pensé que tú también estarías de acuerdo.

El menor cogió una manta que estaba tirada en el sofá. Comenzó a doblarla.

<< Oh claro, como tú no fuiste el que sufrió más...>>

- ¿Quieres empezar de nuevo? Oh, claro, no hay problema. Como no se me habría ocurrido antes.

- No tienes porqué ser así, Miguel Ángel. — su mandibula se aprieta. Mangel sabe que eso significaba que estaba enfadado.

Bien, podía lidiar con eso, como tantas veces había hecho antes.

- Entonces, ¿cómo debería ser mi actitud, eh? — inquirió, tirando la manta doblada contra el sofá. Se cruzó de brazos, claramemte molesto — Por favor, dime. Al fin y al cabo, tú siempre eres el que toma las decisiones sobre nuestra relación. ¿Qué papel quieres que interpretemos esta vez? ¿El de amigos? ¿Amigos con derecho a roce? ¿Enemigos? Ah, espera, ya sé. ¿Por qué no interpretas tú mejor al pedazo de mierda que me rompió el corazón y yo al chico que no quiere tener con él nada?

Estaba más cabreado, y Mangel lo sabía.

Se frotó la cara con las manos y resopló.

Supuso que se pondría a vociferar como un loco, pero no lo hizo. En vez de eso, dijo en voz baja:

Hey, Auron...Where stories live. Discover now